QUIRUELAS DE VIDRIALES: Antiguamente en El Tamaral, junto a este puente de...

Antiguamente en El Tamaral, junto a este puente de Micereces, solían acampar familias enteras de gitanos con sus carromatos. Creo que los alcaldes les ponían un límite máximo de estancia(varias semanas?) Entonces eran mayoritariamente nómadas (a los portugueses nuestros padres y abuelos los conocían por la pinta y manera de andar). Algunos eran cesteros y hacían talegas y talegones.Ellas, aparte de llamar a las puertas pidiendo limosna, vendían toallas, cazuelas, baratijas, etc o las cambiaban por trigo.Aunque durmiesen a la intemperie "no iban a vivir del aire" y la Guardia Civil era muy temida por ellos.(Carta blanca para atizarles, a ellos, si se producían hurtos, o cortarles el pelo a ellas) También tendrían más disciplina interna que hoy, y el patriarca, más respetado y temido, podría "desterrar" a los más descarriados. A pesar de esto a algunos paisanos payos les entraba gran congoja y les subían fríos entresudores si por un casual tenían que regresar solos tarde, atravesando el puente.El pasar por ahí de noche, con la única luz de la luna, el cigarrillo o el chisquero imponía mucho. Claro que igual temor sentirían ellos si viesen relumbrar algún tricornio.En este contexto se produjo algún incidente y famosa aventura, como aquella celebrada "de las latas de sardinas", que algunos conocen mejor que yo. Voy a relataros otra distinta:
Una tarde estaba un grupo de unas 15 mujeres lavando en el río(mi madre entre ellas, que es la que me lo relató)Se pusieron a merendar y se les acercan unos gitanillos. Un churumbel de unos 5 ó 6 años les dice: -Señooora, dame áaargo para´matar el haaambre. Dame un cacho chorizo y paaan, aaanda. Mientras lo pensaba otra le contesta: -Bueno, salao, pero nos tienes que cantar algo, ¿eh? El dijo que sí, pero en cuanto enganchó el pan con chorizo soltó: -A la buenaventura del pan blaaanco, tú me lo das y yo me lo zaaampo. "Y echó a correr como un gamo."
Otra vez a una señora ya mayor de QQ, cuyo nombre no viene al caso citar aunque lo sepa, la timó una de estas taimadas gitanas.A cambio de un cuadro de más que dudoso valor, obtuvo varias eminas de trigo que metía en una saca especial sin fin, o bolsa extensible preparada con malicia que nunca acababa. La pilló sola en casa, la pobre creyó hacer buen negocio y no se atrevió a deshacer el trato, que las gitanas también eran maestras en el arte de la intimidación precisa. "¡Ay, ay! ¡Ahijadica, ahijadica!" Lloraba desconsolada la pobre, y casi muere del disgusto y estuvo varios días en cama.(Según me refirió la que me lo contó)Hoy parecen bobadas y en Marbella y por ahí, algunos atan a los perros con longaniza, pero en los años 40 ó 50 el horno no estaba para muchos bollos.
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