QUIRUELAS DE VIDRIALES: VINO DEL CIELO...

VINO DEL CIELO

Hasta que el vino se acaba… ¿Sí señor o sí Señor? Néctar divino es, ¡alto licor celestial! Por eso también lo llamamos vino, porque nos vino del cielo. Alabémoslo, Señor. Aunque al bueno, como decía el viejo sabio, "él solo se alaba, no es necesario alabarlo. Sólo una falta le hallo: que con la prisa se acaba." Era la leche de los viejos, el suave licor que alarga la vida. Sangre de Cristo en Misa, sí, Señor. Ahora los jóvenes primerizos o aquellos que esporádicamente lo cataron, pronto le son infieles, hechizados con la primera rubia que pasa, la cerveza del bar, y se olvidan del amoroso clarete ofrecido por su legítima esposa, la bodega, Penélope que siempre lo espera. Como la tienen como el que dice en casa o a tiro de piedra, no aprecian sus valores, nada saben de sus encantos hasta que se han ido muy lejos y la han perdido. Al final regresan, vuelven a ella. ¡Despampanante y seductora bodega! Poco precio, mucho valor. Muy honrá y decente por muchos que sean sus pretendientes. Valen un Potosí, sí señor, sólo que hay que ver sus cualidades, saberlas apreciar, ponerlas en valor. Somos del sur: pan, vino, aceite de oliva, chorizo y jamón. Dejemos para los norteños la cerveza, mantequilla, la hamburguesa y la salchicha. Quizá temiéndose algo, el señor Demetrio “Pavero”, cuando nos dirigíamos al bar después de haber pasado la tarde en la bodega, nos advertía siempre en tono confidencial: “Oye, tened mucho cuidado, que la cerveza la hacen de la cebada y la cebada la comen los burros”. (Ahora diríamos autóctonos de Santa Croya, única reserva que les queda. Vigorosos en extremo, van sobradísimos. Los afrodisíacos no se hicieron para ellos, ejemplares de parada. He visto esta mañana algunos de otras razas y muchísimos caballos, de tiro, percherones y andaluces. Llevan carros y van recuas en procesión para que San Antón los bendiga, no sé si estos sufrirán alguna dolencia o disfunción eréctil. De nuestros garañones de raza zamorano-leonesa podemos estar seguros que no necesitan ciripolen, Viagra ni sucedáneos). Si no se bebe vino ¿tiene sentido la bodega? Estamos obligados a preservar nuestra cultura, hay que cultivar las señas de identidad: cuidar la viña y hacer vino. Un vasito de vino en las comidas e ir a la bodega como manda la tradición, "sin aquella ninguna". La bodega no se come a nadie, al revés, no hay que tenerle miedo que es bostezo de la tierra y no la boca del lobo. (Al fin y al cabo descendemos de las cavernas, de los trogloditas venimos). Ahora, en invierno, conviene darse una vueltecita por Valdelacuba para ventilar la cueva, si no se orea bien se arroñará con la humedad. Las zarceras a veces no son suficientes, los años de nieves serán de bienes, pero no les sientan bien. El agua no sólo está reñida con el vino, también con ella. Quizá no sea el nuestro un vino maravilloso, pero sí natural y ligero que, a diferencia de otros más famosos, no coloca. Hay que probarlo e insistir para cogerle gusto a "aqueste vinillo de aloque", al aloquillo. Después ya vendrá "lo del pichel", ya llegarán los riojanos, los de Ribera o los de Toro. Sin olvidarnos que a un vino similar como el de la zona de Cigales le concedieron la Denominación de Origen. No es más que política e influencia.