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QUIRUELAS DE VIDRIALES: ETAPAS DE LA VIDA...

ETAPAS DE LA VIDA

Adolescencia y juventud.- Educar a los niños y no será necesario castigar a los hombres. La adolescencia es como una casa en día de mudanzas: un desorden temporal. Ningún hombre sabio ha querido nunca ser más joven. El inconveniente de la adolescencia es no saber lo que se quiere, y sin embargo quererlo a toda costa. La juventud vive de la esperanza, la vejez del recuerdo. La iniciativa de la juventud vale lo que la experiencia de los viejos. La juventud es un defecto que se corrige con el tiempo. Lástima que nos cansemos de él demasiado pronto. Es mejor malgastar la juventud que no hacer absolutamente nada con ella. Los jóvenes son como las plantas: por los primeros frutos se ve lo que podemos esperar de ellos en el porvenir. Juventud divino tesoro, ya que te vas para no volver. Cuando quiero llorar no lloro y a veces lloro sin querer. Nuestra juventud es decadente e indisciplinada. Los hijos no respetan ni escuchan ya los consejos de sus mayores. Los viejos desconfían de la juventud porque también han sido jóvenes.

La madurez.- La madurez es la etapa de la vida en la cual ya ha pasado la tempestad... pero continúa relampagueando. La madurez es el arte de vivir en paz con lo que es imposible cambiar. Somos personas maduras cuando el guardar un secreto nos causa mayor satisfación que divulgarlo. Hemos llegado a la edad madura cuando teniendo para escoger entre dos tentaciones, elegimos la que nos permite llegar a casa más temprano. Madurez es la habilidad de realizar un trabajo aunque no tengamos supervisores, llevar dinero en el bolsillo sin gastarlo y soportar una injusticia sin desear la venganza. Puede que la vida no sea la alegre fiesta a la que esperábamos llegar, pero ya que estamos aquí, es mejor que bailemos. Es una lástima que el lapso entre ser demasiado joven y demasiado viejo sea tan breve y que tengamos que decir con tristeza: ¡Qué temprano se hizo tarde! Somos maduros cuando llegamos a la conclusión de que hay que tolerar los defectos ajenos, pero no por eso justificar los nuestros. Pero que tampoco tenemos que llegar al grado de que la tolerancia se convierta en sumisión. Todos somos ignorantes, pero no todos ignoramos las mismas cosas.

La vejez.- La vejez es lo más inesperado de todo lo que sucede al hombre. Descansar no es suficiente: hay que meditar. La edad se apodera de nosotros por sorpresa, sin sentirla llegar. Cuando me dicen que ya estoy demasiado viejo para hacer una cosa, me apresuro a hacerla enseguida. Una vejez feliz, es como el pastel de una fiesta. Los viejos dan buenos consejos porque ya no pueden dar malos ejemplos. Amamos las catedrales antiguas, los muebles antiguos, las monedas antiguas, las pinturas antiguas y los viejos libros, pero nos hemos olvidado por completo del enorme valor moral y espiritual de los ancianos. En este mundo todos queremos llegar a viejos, pero ninguno queremos admitir que ya llegamos. Cuanto más envejecemos, más necesitamos estar ocupados. Es preferible morir antes que arrastar ociosamente una vejez insípida y vacía. Por mi parte han de disculparme, pero yo no tengo tiempo para hacerme viejo. Viéndolo bien no somos tan viejos, lo que pasa es que tenemos muchas juventudes acumuladas. Hay que estar agradecidos de nuestra edad, pues lo viejo es el precio de estar vivos. Y en la hora del ocaso, una última reflexión: la vida trancurre como un autobús en el que unos viajeros suben y otros bajan. Hay que estar preparados para cuando nos toque bajar en la próxima parada y escuchemos el anuncio del conductor: ¡Bajan! €1000io