QUIRUELAS DE VIDRIALES: LA SIESTA...

LA SIESTA

A mí me obligaban a dormir la siesta en el "doble" (desván, doblado) sobre un colchón relleno de hojas de maíz, que montaba, a su vez, sobre un ruidoso somier, pero a veces con sigilo gatuno lograba escapar.
Una broma que hacíamos era colocar un canto en la ranura interna de la rueda de un arado –del tractor del Sr. Nemesio "Trámbale", de los poquitos que habría en el pueblo-, la hacíamos girar con fuerza y el sonido era muy parecido al de la campana de la Iglesia, tanto que algunas vecinas daban la siesta por concluida, asomándose a contemplar la vacada antes de tiempo. Nosotros, escondidos, nos dedicábamos a vigilarlas y a reír. Otras veces íbamos a la huerta de los catalanes ya entonces abandonada, en la parte trasera de la casa. No había más que saltar la tapia medio derruida y sentarnos a la sombra para asustar pardales de los árboles con nuestros ramales (tirachinas). No podíamos permitir que se echasen a perder las ciruelas –claudias y otras-, tan ácidas que hacían llorar, no las dejábamos madurar.
Los pájaros del pueblo eran expertos y maleados, en cuanto veían a un chico levantaban el vuelo a 50 o a 100 m de distancia, puro mecanismo de selección natural. Era difícil acertar aunque no faltasen incentivos: -Entrad y matadlos a todos, no dejéis ninguno,-nos decía alguna vez la dueña del huerto. Sólo D. Zacarías repartía sacrosanta leña si se enteraba... (Entonces los niños éramos simples mocosos y no ya el maestro, cualquier persona mayor te podía reprender o estirarte la oreja –si se chivaba al padre sería peor-, pero claro llegado el caso teníamos muy ligeros pies y no era nada fácil que nos pillasen). No dejaba de chocarme la inocencia de los gorriones de la ciudad, que dejaban que te acercases, ahí, a dos pasos, entretenidos en robar las migas de pan a las palomas. Asombroso, ¡lo cortita que sería su vida en Quiruelas! –pensaba.
Los guisantes y garbanzos verdes, recién puestos a remojar en alguna acequia o pozo para quitarles el salitre, eran irresistibles. Pero estaba la temida figura del Guarda siempre vigilante, con sus prismáticos, escondido en una loma o un teso. Subido a la bicicleta con su casaca, bandolera y la escopeta madrugaba para ver quiénes iban y venían por los caminos. Escondidos en una bodega, con temor de ser descubiertos, más de una vez fuimos nosotros los que lo vigilábamos a él –subido a la terraza de la iglesia- mientras merendábamos los guisantes.
Otra vez un chico –no diré el nombre- fue a brevas, iba recogiendo las maduras cuando oyó un ruido y era el dueño, así que las puso rápido bajo la camisa y salió huyendo. Después tuvo unos picores de barriga horribles. Se conoce que ese zumo lechoso que segrega el rabo de la breva le produjo una especie de urticaria... En el mismo pecado se llevó la penitencia.
En los viejos tiempos de la vacada, Emilio, todas las precauciones eran pocas y las preñeces muchas, por muy guardadas que estuviesen las doncellas. (La naturaleza era prolífica ante la necesidad. A mediados del siglo pasado Zamora llegó a superar los 300.000 h. y Quiruelas llegó a los 1000 h, se ha perdido el 40% de población). Hoy hemos abandonado las norias, pero aún no se han extinguido los "autóctonos", pura cepa zamorana, que las movían. Los garañones aquellos, grandes orejas, ejemplares de parada, que mejoran a las demás razas y se cruzan con otros equinos, hibridando maravillosamente. Nobles y grandotes, falsos muy raras veces y que podían hacer rico a su amo:
-El Tío Hipólito tenía una burrica y le ha parido. ¡Le ha salido un garañón!
-Pues vaya suerte que ha tenido. ¡Ya ha montado en bolas! (Se ha hecho rico)
Y era envidiado por todos, podía valer más que una casa en la primera mitad del siglo pasado. Si era burra de esa raza zamorana valía menos pero mucho también.
(Para referirse a alguien que era "rico" y saldría adelante aunque atravesase por una dificultad económica se decía esta frase: ¡A ése, buena burra se le muere, tú verás!...)

PD. Para los interesados en el tema, hay unas fotos de garañones y buches preciosas en la página www. aszal. com Gran idea, enhorabuena a los de Santa Croya.