CALLEJÓN (2ª parte)
Aparte de al Portal de Belén me recuerda mucho esto al apartamento de playa, donde un cartel en el "hall" te da el recibimiento: "Bienvenidos al callejón de la bodega (apartamento), les deseamos una muy feliz estancia. Rogamos que al finalizar sus vacaciones lo dejen todo limpio y recogido. Muchas gracias."
Unos llevan la fama y otros cardan la lana, ¿eh?, no vayamos a creernos, como otros, el ombligo del mundo y que nuestra patria chica es excepción a la regla, un pueblo elegido tocado por dedo divino, poniéndonos el mucho amor que le tenemos una venda en los ojos. Ya está bien de culpar de todo a los "amigos", que ladrones –y marranos, con perdón- también pueden serlo los payos y paisanos. (En todas partes cuecen habas, a ver si al final voy a ser yo el único que comiese guisantes ajenos o hiciese del callejón excusado en algún apuro...) No faltarán melindrosos finolis a los que les parezca de pésimo gusto sacar a relucir esto ahora. Preferirán siempre el olvido o creerse las mentiras edulcoradas por el paso del tiempo a la verdad.
Sin embargo, hablar de "limpiar" patatas y ladrones es parecido pero no lo mismo que coger guisantes ajenos, hay salto cualitativo. No me refería a la sandía que en pleno julio tienta al segador. El calor abrasador, la mies seca, la imagen de la sandía... (ahí, al alcance de mi mano, ahora que nadie me ve, cogeré)... ¿a quién no se le hace la boca agua? ¿qué marinero, cual Ulises, no se dejaría seducir por el canto dulce de la sirena? Hablaba de chorizos, jamones, etc. robados con premeditación, "a propintento". De las patatas afanadas en los años de la miseria (a precios prohibitivos). De forzar la puerta, entrar a la bodega y llevarse hasta las de siembra dejando por burla una de muestra. Robadas con astucia a los menos pudientes -con menos contactos en aquel régimen de las recomendaciones-, para que no se denunciase al ladrón o, en caso de hacerse, para que no pasara nada. Y todo sin el menor poso en la conciencia, sin remordimiento. ¡Eran los gitanos, claro! Sí, sí... tienen que ser forasteros. Siempre los otros, nunca de los nuestros, seguro que son gitanos.
Aparte de al Portal de Belén me recuerda mucho esto al apartamento de playa, donde un cartel en el "hall" te da el recibimiento: "Bienvenidos al callejón de la bodega (apartamento), les deseamos una muy feliz estancia. Rogamos que al finalizar sus vacaciones lo dejen todo limpio y recogido. Muchas gracias."
Unos llevan la fama y otros cardan la lana, ¿eh?, no vayamos a creernos, como otros, el ombligo del mundo y que nuestra patria chica es excepción a la regla, un pueblo elegido tocado por dedo divino, poniéndonos el mucho amor que le tenemos una venda en los ojos. Ya está bien de culpar de todo a los "amigos", que ladrones –y marranos, con perdón- también pueden serlo los payos y paisanos. (En todas partes cuecen habas, a ver si al final voy a ser yo el único que comiese guisantes ajenos o hiciese del callejón excusado en algún apuro...) No faltarán melindrosos finolis a los que les parezca de pésimo gusto sacar a relucir esto ahora. Preferirán siempre el olvido o creerse las mentiras edulcoradas por el paso del tiempo a la verdad.
Sin embargo, hablar de "limpiar" patatas y ladrones es parecido pero no lo mismo que coger guisantes ajenos, hay salto cualitativo. No me refería a la sandía que en pleno julio tienta al segador. El calor abrasador, la mies seca, la imagen de la sandía... (ahí, al alcance de mi mano, ahora que nadie me ve, cogeré)... ¿a quién no se le hace la boca agua? ¿qué marinero, cual Ulises, no se dejaría seducir por el canto dulce de la sirena? Hablaba de chorizos, jamones, etc. robados con premeditación, "a propintento". De las patatas afanadas en los años de la miseria (a precios prohibitivos). De forzar la puerta, entrar a la bodega y llevarse hasta las de siembra dejando por burla una de muestra. Robadas con astucia a los menos pudientes -con menos contactos en aquel régimen de las recomendaciones-, para que no se denunciase al ladrón o, en caso de hacerse, para que no pasara nada. Y todo sin el menor poso en la conciencia, sin remordimiento. ¡Eran los gitanos, claro! Sí, sí... tienen que ser forasteros. Siempre los otros, nunca de los nuestros, seguro que son gitanos.