La Caja de Quiruelas
Se excusará con la crisis, Emilio, pero muy bien podría Caja España implicarse algo más, sí, por aquello de la cacareada obra social de las cajas y por corresponder a una clientela tan fidelísima como la formada por nuestros mayores. Que hiele o que llueva, ya les cobren muchas comisiones por tener domiciliada su pensión o les paguen escasos intereses por sus ahorros, jamás les pondrán los cuernos, yéndose con otra cualquiera –sea caja o banco-, de mejor pinta y mucha más dote, de Benavente. Son clientes nada promiscuos, ¡cómo lo saben!, seguras están, por eso abusan a veces de ellos. (Supe antaño de un paisano, tan indignado quedó en cierta ocasión con una caja, que optó por no descubrirse como Dios manda, dejó de quitarse la boina al entrar en un banco o caja de ahí en adelante. (Lugar cerrado y con techo, donde estaría obligado hacerlo): " ¡Ya no me la quito delante de estos chupatintas y sacacuartos. Me cago en tal... No te amuelas, ahora!"-protestó y de poco le sirvió, lo sablearon bien, según me confesó).
Casados quedan de por vida, monógamos puros y a perpetuidad, eso es lo que son, sin que se les ocurra irse a echar ni una canita al aire de vez en cuando a El Galeón siquiera, que les pilla a huevo, menos a Benavente. Nada, ni trato con otras, no quieren saber de divorcios ni de sucesivas bodas. Ellos erre que erre, fieles a la legítima parienta, mano de santa, aunque sacaran más de otra. Una relación amorosa incondicional y sin traición. Mal se lo pagan ellas que si te he visto no me acuerdo, se casan y descasan en matrimonios de conveniencia. Ayer fue Caja Castilla-La Mancha, CCM; hoy puede ser Caja España y mañana Caixa Penedès. Se fusionan en concubinato obsceno, se arrejuntan varias y del vino de La Mancha sacan otro con uvas tintas de Toro o del Panadés, lo mezclan todo y nos venden el brebaje, importándoles un bledo las D. O. La Junta Calificadora lo sublima, lo eleva a oro en el paladar y añada excelente. Los alquimistas financieros de las Agencias de Calificación de Riesgos les conceden el AAA. Luego el vino que se lo beben otros, jubilados o no; el dinero, a diferencia del vino, carece de color y se va a algún paraíso fiscal. Pero siempre a los españolitos paganos nos toca tapar el agujero que dejan.
Se excusará con la crisis, Emilio, pero muy bien podría Caja España implicarse algo más, sí, por aquello de la cacareada obra social de las cajas y por corresponder a una clientela tan fidelísima como la formada por nuestros mayores. Que hiele o que llueva, ya les cobren muchas comisiones por tener domiciliada su pensión o les paguen escasos intereses por sus ahorros, jamás les pondrán los cuernos, yéndose con otra cualquiera –sea caja o banco-, de mejor pinta y mucha más dote, de Benavente. Son clientes nada promiscuos, ¡cómo lo saben!, seguras están, por eso abusan a veces de ellos. (Supe antaño de un paisano, tan indignado quedó en cierta ocasión con una caja, que optó por no descubrirse como Dios manda, dejó de quitarse la boina al entrar en un banco o caja de ahí en adelante. (Lugar cerrado y con techo, donde estaría obligado hacerlo): " ¡Ya no me la quito delante de estos chupatintas y sacacuartos. Me cago en tal... No te amuelas, ahora!"-protestó y de poco le sirvió, lo sablearon bien, según me confesó).
Casados quedan de por vida, monógamos puros y a perpetuidad, eso es lo que son, sin que se les ocurra irse a echar ni una canita al aire de vez en cuando a El Galeón siquiera, que les pilla a huevo, menos a Benavente. Nada, ni trato con otras, no quieren saber de divorcios ni de sucesivas bodas. Ellos erre que erre, fieles a la legítima parienta, mano de santa, aunque sacaran más de otra. Una relación amorosa incondicional y sin traición. Mal se lo pagan ellas que si te he visto no me acuerdo, se casan y descasan en matrimonios de conveniencia. Ayer fue Caja Castilla-La Mancha, CCM; hoy puede ser Caja España y mañana Caixa Penedès. Se fusionan en concubinato obsceno, se arrejuntan varias y del vino de La Mancha sacan otro con uvas tintas de Toro o del Panadés, lo mezclan todo y nos venden el brebaje, importándoles un bledo las D. O. La Junta Calificadora lo sublima, lo eleva a oro en el paladar y añada excelente. Los alquimistas financieros de las Agencias de Calificación de Riesgos les conceden el AAA. Luego el vino que se lo beben otros, jubilados o no; el dinero, a diferencia del vino, carece de color y se va a algún paraíso fiscal. Pero siempre a los españolitos paganos nos toca tapar el agujero que dejan.