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QUIRUELAS DE VIDRIALES: GASTRONOMÍA...

GASTRONOMÍA

¡La mejor salsa del mundo es el hambre, Sancho amigo! La gordura era un signo de salud, ahora sucede al revés: lo saludable es estar anoréxico. Cualquiera puede llenar hoy la barriga y ante la sobreabundancia nada cotiza tanto como lo esquelético. Enfermedad de ricos, o el triunfo del espíritu frente a la materia, otra vez aquel ideal romántico de morir tuberculoso, tísico.
" ¡Qué gorda estás, qué buena! o ¡qué bien te conservas!" eran frases habituales. Frente a la contraria de "te veo muy desmejorada..." con retintín. Claro que una abuela podía rematarte si decía: "Bien está un poco, hija, pero es que tanto..." o "has visto a Fulano, está de buen año, está como un trullo de gordo". Hubo un personaje soltero en Quiruelas que tenía una novia imaginaria, para él inalcanzable (de la familia de los Catalanes) y los maliciosos siempre que lo encontraban al saludarlo le preguntaban:
- ¿Y las hijas, Manuel? ¿Qué tal las hijas?...
- ¡Como botijas! ¡Las hijas están como botijas! –siempre respondía el pobre.
A todos nos gusta variar, sin embargo tengo un defecto, soy muy poco dado a los experimentos culinarios. Envidio a las personas siempre dispuestas a probarlo todo. ¿Por qué la mejor cocina nos ha llegado de los monasterios y conventos? Recetas heredadas de generación en generación, quizá con paulatinos cambios, mas sometidas a la criba de exquisitos paladares, pasadas muchas veces antes por el filtro de las monjas y del abad sibarita. Desconfío siempre de aquella silla "de diseño" creada por un genial pintor o arquitecto, pero que apenas sirve para sentarse, sólo para ser vista –y sobre todo, ¡impresionar a las visitas!-, o sea que no es una silla en sentido estricto: en seguida se rompe o te levantas con dolor de espalda. Donde estén las patatas con bacalao..., donde esté la silla del humilde carpintero –puede que copiada-, hecha según la tradición, siguiendo un saber heredado y con esmero, sometida al paso del tiempo...
Primero fue el tenis, luego el esquí, el golf... cuando éstos se hacen populares ¿qué les queda a los ricos? El avión privado y el yate exclusivo. (Especialmente a los nuevos ricos, así blanquean de paso el dinero negro).
Tanto Arzac, tánto Ferrán Adriá... ¿no será esto un engañabobos? ¿No será como en el cuento del Traje Nuevo del Emperador. Traje nunca visto, maravilloso, hasta que llegó el niño y, sin cortarse, afirmó que iba en pelotas? Claro que mientras los turistas sean extranjeros y nos dejen divisas, yo encantado. Es mejor no pinchar el globo.
En cuanto a la garantía alimentaria no todo son ventajas. Están los pesticidas, los aditivos, los residuos químicos... La contaminación afecta también a los mares. Posiblemente seremos la última generación de afortunados que comamos el pescado salvaje. El futuro son las piscifactorías no la pesca extractiva, actividad depredadora.
¡Ferrán Adriá! ¡Es un artista genial, sí! Y alquimista y prestidigitador y vendedor sin igual... ¡La comida ideal! La mejor comida es aquella que no lo es, la que engaña el hambre de los que están hartos, los privilegiados. Es un arte decadente, lujo de ricos aburridos, se trata de rizar el rizo, cuando el diablo no tiene que hacer...
Tengo un amigo que el año pasado estuvo en la Costa Brava. No sé ni cómo consiguió reservar mesa en El Bulli del siempre "genial" Adriá –influencia de algún político o empresario, tiene contactos-. Volvió alucinado, decía maravillas, yo flipaba... Me habló en verso de un plato "deconstruido" de jamón ibérico de bellota, era poesía pura, qué envidia me daba... Luego me enteré por su mujer de que al llegar a casa se comió un bocata de sardinas: ¡Qué pillín! Qué frustración tuve, de inmediato pensé en Quiruelas y me acordé de la bodega.