PARQUE NATURAL
Si pudierais viajar en el tiempo, digamos unos cien mil años atrás, veríais que en Sanabria se avecinaba un invierno “de los de antes”. Tanto es así, que duró la friolera de noventa mil años y tiene nombre propio: la glaciación Würm.
La zona de Trevinca, en la parte superior de la sierra, estaba cubierta por una inmensa mole de hielo (circo del glaciar) que se desplazaba lentamente en forma de río helado hacia el sudeste por la lengua principal, en lo que hoy es el Cañón del Tera.
Llegando a Ribadelago se unía con las lenguas secundarias del Cárdena y el Segundera, excavando juntos la cubeta que dio lugar al Lago de Sanabria.
El glaciar empujaba durante varios kilómetros más para acabar desplomándose y formando morrenas, que son materiales arrastrados por el glaciar y que quedaron como testigos de su extraordinaria fuerza. Podréis identificarlas fácilmente cuando os acerquéis por la carretera del lago por esas enormes piedras redondeadas que se agrupan a los lados del camino y que parecen haber sido colocadas allí por arte de magia. Hace aproximadamente doce mil años, la primavera volvió de golpe y el hielo se retiró, dejando aflorar el conjunto de lagunas, valles colgados, cañones, rocas aborregadas y, por supuesto, el lago.
El Lago de Sanabria, también llamado de Villachica o de San Martín, es el mayor de origen glaciar de la Península, con un perímetro de 9.518 m. y 51 m. de profundidad. Si lo contempláis desde cualquiera de sus orillas, no os extrañará que, en sus escritos, los monjes medievales de Castañeda se refiriesen a él como “Mar”.
Acompañan al lago un conjunto de más de treinta y cinco lagunas diseminadas por la sierra, algunas de nombre evocador: Yeguas, Carros, Herbosas, Lacillo… Asimismo, el glaciar excavó innumerables cubetas, en alguna de las cuales, rellenadas de ciertos sedimentos y musgo característico, se han formado turberas, de gran interés científico.
Ya a principios del siglo XX un grupo de industriosos ingenieros empezó a presentar una pléyade de proyectos para el aprovechamiento hidrográfico de la cuenca alta del Tera, dentro de lo que hoy es el Parque Natural. A mediados de siglo, esos proyectos supusieron la construcción de las presas y embalses de Puente Porto, Garandones, Cárdena, Vega del Conde, Vega de Tera… De hecho, en el momento de producirse la Catástrofe de Ribadelago estaba adjudicado un proyecto de represamiento del propio lago que hubiese destruido sus riberas naturales y causado daños en toda la región.
Bien es cierto que ante la amenaza de estos ingenieros ya se habían intentado tímidas medidas de protección (“Sitio de Interés Natural” en 1946, “Paraje Pintoresco” en 1953) que cristalizaron en 1978 con la declaración del “Parque Natural del Lago de Sanabria y alrededores”. Su objetivo prioritario es preservar la especial morfología glaciar y la riqueza de su flora y fauna. En 1990 amplió su ámbito hasta las 22.000 has. Y en el momento de redactar estas líneas se está tramitando su Plan de Ordenación de Recursos Naturales, que, entre otras cosas, intentará armonizar criterios y ámbitos de actuación con las zonas LIC y ZEPA.
El Parque Natural comprende territorios de los términos municipales de Galende, Cobreros, Trefacio y Porto, en áreas de media y alta montaña de las sierras Cabrera y Segundera. En su afán por acercar esta belleza al visitante se han desarrollado una serie de itinerarios (desde sendas de montaña a caminos tradicionales) que permiten disfrutar de los diferentes aspectos del medio natural y la cultura sanabresa. Además tendréis oportunidad de conocer más en profundidad el proceso de formación del lago y su riqueza de flora y fauna en el Centro de Interpretación sito en el Monasterio de San Martín y la nueva “Casa del Parque”, en Monte Gándara, a la entrada del parque. Sus últimas actuaciones se han centrado en potenciar la accesibilidad de puntos como la Laguna de los Peces y las playas del Lago, proyectos que le han supuesto numerosos premios internacionales.
Si pudierais viajar en el tiempo, digamos unos cien mil años atrás, veríais que en Sanabria se avecinaba un invierno “de los de antes”. Tanto es así, que duró la friolera de noventa mil años y tiene nombre propio: la glaciación Würm.
La zona de Trevinca, en la parte superior de la sierra, estaba cubierta por una inmensa mole de hielo (circo del glaciar) que se desplazaba lentamente en forma de río helado hacia el sudeste por la lengua principal, en lo que hoy es el Cañón del Tera.
Llegando a Ribadelago se unía con las lenguas secundarias del Cárdena y el Segundera, excavando juntos la cubeta que dio lugar al Lago de Sanabria.
El glaciar empujaba durante varios kilómetros más para acabar desplomándose y formando morrenas, que son materiales arrastrados por el glaciar y que quedaron como testigos de su extraordinaria fuerza. Podréis identificarlas fácilmente cuando os acerquéis por la carretera del lago por esas enormes piedras redondeadas que se agrupan a los lados del camino y que parecen haber sido colocadas allí por arte de magia. Hace aproximadamente doce mil años, la primavera volvió de golpe y el hielo se retiró, dejando aflorar el conjunto de lagunas, valles colgados, cañones, rocas aborregadas y, por supuesto, el lago.
El Lago de Sanabria, también llamado de Villachica o de San Martín, es el mayor de origen glaciar de la Península, con un perímetro de 9.518 m. y 51 m. de profundidad. Si lo contempláis desde cualquiera de sus orillas, no os extrañará que, en sus escritos, los monjes medievales de Castañeda se refiriesen a él como “Mar”.
Acompañan al lago un conjunto de más de treinta y cinco lagunas diseminadas por la sierra, algunas de nombre evocador: Yeguas, Carros, Herbosas, Lacillo… Asimismo, el glaciar excavó innumerables cubetas, en alguna de las cuales, rellenadas de ciertos sedimentos y musgo característico, se han formado turberas, de gran interés científico.
Ya a principios del siglo XX un grupo de industriosos ingenieros empezó a presentar una pléyade de proyectos para el aprovechamiento hidrográfico de la cuenca alta del Tera, dentro de lo que hoy es el Parque Natural. A mediados de siglo, esos proyectos supusieron la construcción de las presas y embalses de Puente Porto, Garandones, Cárdena, Vega del Conde, Vega de Tera… De hecho, en el momento de producirse la Catástrofe de Ribadelago estaba adjudicado un proyecto de represamiento del propio lago que hubiese destruido sus riberas naturales y causado daños en toda la región.
Bien es cierto que ante la amenaza de estos ingenieros ya se habían intentado tímidas medidas de protección (“Sitio de Interés Natural” en 1946, “Paraje Pintoresco” en 1953) que cristalizaron en 1978 con la declaración del “Parque Natural del Lago de Sanabria y alrededores”. Su objetivo prioritario es preservar la especial morfología glaciar y la riqueza de su flora y fauna. En 1990 amplió su ámbito hasta las 22.000 has. Y en el momento de redactar estas líneas se está tramitando su Plan de Ordenación de Recursos Naturales, que, entre otras cosas, intentará armonizar criterios y ámbitos de actuación con las zonas LIC y ZEPA.
El Parque Natural comprende territorios de los términos municipales de Galende, Cobreros, Trefacio y Porto, en áreas de media y alta montaña de las sierras Cabrera y Segundera. En su afán por acercar esta belleza al visitante se han desarrollado una serie de itinerarios (desde sendas de montaña a caminos tradicionales) que permiten disfrutar de los diferentes aspectos del medio natural y la cultura sanabresa. Además tendréis oportunidad de conocer más en profundidad el proceso de formación del lago y su riqueza de flora y fauna en el Centro de Interpretación sito en el Monasterio de San Martín y la nueva “Casa del Parque”, en Monte Gándara, a la entrada del parque. Sus últimas actuaciones se han centrado en potenciar la accesibilidad de puntos como la Laguna de los Peces y las playas del Lago, proyectos que le han supuesto numerosos premios internacionales.