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QUIRUELAS DE VIDRIALES: ARROYO ALMUCERA...

ARROYO ALMUCERA

Su nombre es árabe y consta de dos palabras: al "el" y muzara que, en dicha lengua, tiene, entre otros, el significado de "tierras de secano o campos de cereales". Para algunos, sin embargo, se trata de una "tierra quebrada y poco fértil". Sea lo que sea, lo cierto es que este topónimo procede de la llegada de los mozárabes de la España musulmana al reino leonés, al que pertenecían estas tierras.
El Almucera es el arroyo más importante y peculiar de la comarca de Los Valles de Benavente, pues nace dentro de los límites que conforman su partido judicial, concretamente en Congosta, al NO de Ayoo; crece con las aguas de otros arroyos más pequeños a lo largo de su recorrido. Sus verdes riberas sirvieron para dar nombre a los pueblos por los que pasa, "de Vidriales", palabra esta que no otra cosa significa sino verde, del latín viridem. Acompaña a los viajeros que recorren el valle, aguas arriba o aguas abajo, pues su cauce no está lejos de la carretera. En sus márgenes se ve cada vez más vegetación arbórea y no arbórea; además se encuentra no lejos de sierras, montes y montículos, algunos de los cuales son antiguos castros. Todos los pueblos por los que pasa son importantes, bien por su historia, por su paisaje, por sus yacimientos arqueológicos o por sus iglesias, ermitas, o arquitectura urbana e incluso por la caza de conejo, liebre o perdiz, cuando no de jabalí o zorro; o por la pesca del cangrejo, aunque sea el llamado rojo americano, de no buena calidad. De todo esto nos pueden ofrecer los pueblos situados en este valle, junto a este arroyo La Almucera. Y si algo le sobra, por supuesto que algo de agua, se la cede al río Tera, para ser participe también de la riqueza y belleza de este río.
Si alguien quiere vivir el nacimiento del arroyo, tiene que acercarse a Congosta, nombre que tiene que ver con accidentes del terreno, de coangusta/congusta, y que significa "paso estrecho o paso entre elevaciones". Es allí, al norte del pueblo, en donde, por los valles El Caño, Valmediano y Ayoo Pequeñino corren aguas, provenientes de las fuentes existentes en las laderas de los montes cercanos a ellos. Y los pequeños surcos de agua de los tres valles se juntan en un embalse, cuya presa se construyó no hace mucho tiempo, precisamente para evitar las torrenteras frecuentes en los inviernos lluviosos.
El paisaje también merece la visita, pues, aunque estamos cerca de la sierra de Carpurias, por aquí todavía se ven en los valles plantaciones de chopos, además de encinas, robles y muchos castaños, en las laderas y montes próximos. Desde lejos destacan los humedales existentes en los valles, originados por las aguas que corren por ellos.
A partir de la presa de Congosta, ya tenemos el Almucera, con el cauce estrecho, pero abriéndose camino para comenzar a recorrer todo el Valle de Vidriales. Hemos dicho que es en el término y no lejos de Congosta, en donde el arroyo nace y se organiza, antes de partir aguas abajo. Los de este pueblo quieren a su río y más desde que tienen la presa, pues ésta les evita los desbordamientos e inundaciones de sus tierras, sobre todo en el invierno. Y en verano, además de disponer de una zona recreativa y de baño, en aguas vírgenes, los que se dedican a la agricultura y horticultura, pueden regar parte de sus campos, sembrados de maíz, remolacha u otros productos de la huerta. Hasta hace no mucho tiempo funcionaba el molino, aunque al servicio de unas pocas personas del pueblo. Lo que queda del mismo tiene su importancia, pues era y es el primer molino, aguas arriba, del arroyo: un pequeño edificio, con una pequeña acequia para el agua, de la que se servía. Pequeñas serían también su muela y el resto de la maquinaria necesaria para la molienda.
El Almucera recorre un valle con mucha prehistoria e historia. En él existen restos de las más antiguas civilizaciones. Algunos pueblos del valle son muy conocidos por las excavaciones arqueológicas realizadas y los correspondientes hallazgos. Todo esto ha hecho posible que sea uno de los valles más visitados por los amantes de la cultura y del patrimonio.
Los viajeros pueden ver, entre otras muchas cosas, los dólmenes de Granucillo, los castros de San Pedro de la Viña y de Brime de Urz, los campamentos romanos de Petavonium, situados entre Rosinos y Santibañez de Vidriales. También algunas iglesias, cuyos retablos o artesonados son importantes, como en Ayoo, Grijalba y Bercianos, entre otros pueblos. Desde lejos verán espadañas, en lugar de torres, en casi todas las iglesias o ermitas. Llaman la atención las construcciones a partir de piedra, alternando con el adobe y el tapial, en las casas y otras edificaciones populares, sobre todo en las localidades de la parte alta del valle. Destaca el tipo de chimeneas y hornos familiares, las anchas puertas para los carros en las que todavía se sigue utilizando el tejo, cerradura de madera que nos sorprende por su antigüedad, que le convierte en una pieza digna de un museo etnográfico.
En otros pueblos existen fuentes antiguas como en Carracedo, Santibañez, Rosinos, entre las que hay que destacar la fuente romana de San Pedro de la Viña; o incluso antiguas paneras como en Carracedo o Cunquilla. ambién había molinos como el de Tardemezar, el ya citado de Congosta, el de Brime de Urz, aunque totalmente en ruinas y otros ya desaparecidos del todo.
Podemos decir que, en todos los pueblos del valle, podrán ver algo novedoso, destacable y respetable. Merece la pena detenerse en cada uno de ellos.
Creemos que la Administración debe seguir cuidando a este arroyo Almucera, que ahora se encuentra encauzado, para evitar las inundaciones, y que debe seguir mimando a este valle de Vidriales y, naturalmente, a sus pueblos y gentes. Y aprovechando su pasado, plagado de arqueología e historia, emprender actuaciones de futuro y con futuro, para evitar, en pleno siglo XXI, el subdesarrollo y la despoblación, tan temida por todos en toda nuestra Comunidad y mucho más en esta provincia de Zamora. Y esto, a pesar de disponer de grandes recursos hidráulicos, de abundantes y fértiles tierras y de gentes laboriosas y respetuosas, aunque ciertamente no muy emprendedoras.
Invito a todos a conocer el arroyo y disfrutar del valle y de sus pueblos, para poder admirarlos, ya que sólo se admira lo que se conoce.