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QUIRUELAS DE VIDRIALES: POR SAN BLAS SON NUMEROSAS LAS CIGÜEÑAS QUE LLEGAN...

POR SAN BLAS SON NUMEROSAS LAS CIGÜEÑAS QUE LLEGAN A LOS VALLES

Castilla y León es una de la regiones elegidas por las cigüeñas para pasar los meses del estío o aquellos en los que el tiempo es propicio para ellas. Cada año vienen más, e incluso algunas no se van sino que siguen por estas tierras durante los meses fríos, pues encuentran clima y alimentos a su gusto. Es evidente que el cambio climático ha hecho que una parte de la población de cigüeñas se haya estable y permanezca en invierno en las zonas más cálidas de nuestro país.
Las cigüeñas han convivido con la gente de los pueblos, que han sabido respetarlas y hasta atenderlas en momentos de necesidad y agobio para ellas. Y casi siempre ha sido así, aunque no fuese, como en la actualidad, un ave protegida. El mayor peligro para su vida y supervivencia no han sido ni son las personas, sino más bien los accidentes que sufren al chocar en su vuelo con líneas eléctricas no aisladas, o los riesgos derivados de las actuales campañas químicas antiplagas.
Su llegada sirve para anunciar algunos cambios en la meteorología invernal. Solían hacerlo en torno a San Blas, lo que originó uno de los refranes más conocidos que existen: Por San Blas la cigüeña verás y si no la ves mal año es, con algunas variantes como Por San Blas verás las cigüeñas volar y si no las vieres, año de nieves.
Es un ave de buen agüero, anunciadora o precursora de buenas nuevas y símbolo del nacimiento de los hijos. En torno a las cigüeñas se mantiene un curioso aura de fidelidad a la pareja, pues así viven, se esperan y se respetan, aunque entre ellas también surjan disputas y discusiones, algunas incluso graves. Y hasta se les aplica la leyenda de que ellas son las que traen los niños de París. Fábula ésta procedente de Europa Central inspirada en el afán que ponen las cigüeñas en cuidar de sus crías. Es un ave monógama, que se desvive por su familia y prepara su nido durante años con gran dedicación. Los romanos las consideraban pájaros sagrados, protectores de la mujer, el matrimonio, el parto y los recién nacidos.
¿Por qué traen los niños de París?. Esta leyenda se extendió gracias a una pareja que anidaba en el tejado de una casa y que, en vez de emigrar a África, como casi todas, lo hacían a una región próxima a París. El día que regresaron al nido el matrimonio que vivía en la casa tuvo un bebé y se transmitió y corrió la noticia de que lo habían traído las cigüeñas desde Paris, colgado del pico.
Emigra durante el invierno en busca de mejor clima, unas se quedan en el sur de España y otras llegan a África (al sur del Sahara). Pero después vuelven de nuevo a su nido, al mismo que han ocupado el año anterior. En primer lugar regresa el macho y luego la hembra. Él, fiel a su pareja, la espera un tiempo antes de tomar la decisión de buscar nueva compañía.
Se trata de la cigüeña blanca (ciconia), o cigüeña común, ave zancuda de gran tamaño, que puede medir hasta un metro de altura y pesar hasta cuatro kilos, cuando son ejemplares adultos. Tiene el plumaje de color blanco, excepto las alas que son negras, al menos las plumas de vuelo. Sus patas y su pico son de un intenso color rojo. Al volar, a gran altura, estiran su cuello y sus patas, que sobresalen por detrás. Si majestuoso es su vuelo también lo son sus andares. Con sus patas extremadamente finas y alargadas son capaces de mantener un porte elegante y echar incluso a correr cuando persigue a una presa. Se la suele ver descansando sobre una sola pata durante el día y también durante la noche, con la cabeza recogida sobre el dorso y el pico cubierto por las largas plumas del cuello.
Sin duda alguna es el ave más familiar, la más conocida y la más cercana a los humanos, si exceptuemos los animales de compañía. Vive a su lado y le siguen sus pasos a lo largo del año desde que llega: le ven hacer o completar su nido, cuándo pone sus huevos y cómo los incuba, la comida que trae a los polluelos y la hora en la que comen, las peleas entre ellas, si las hay, etc. La cigüeña llega al pueblo para acompañarles e incluso alegrarles un poco más la vida. También notan su falta, cuando ya se ha ido, que son precisamente los días más fríos y más tristes, los del invierno.
Se advierte su presencia diaria, sobre todo en la época de cría, por el crotoreo que producen en su nido al chocar sus mandíbulas, como queriendo saludar a los que están cerca. Todos conocen y denominan a este hecho como machacar el ajo y suelen decir que la cigüeña esta machando el ajo.
Es una especie que estuvo amenazada de extinción y que gracias a su protección y el respeto de los ciudadanos se ha recuperado. En la actualidad se ha constatado que son más de 25.000 las parejas existentes en España. De ellas forman parte también las que podemos ver en los pueblos de los Valles. Porque, en esta zona también hay muchas y se encuentran a gusto, ya que disponen de las infraestructuras naturales necesarias para su vivir diario, bien para construir sus nidos, o bien para alimentarse, pues es comarca con abundantes ríos, arroyos y regatos; y no faltan humedales, embalses o charcas, regadíos, campos sembrados o no sembrados, etc., e incluso algún que otro vertedero urbano, lugar éste muy frecuentado por ellas. Su alimentación está basada en el consumo de grandes insectos y otros animales como anfibios, reptiles, roedores y lombrices.
Instalan sus nidos casi siempre en lugares elevados. Antiguamente, y cuando su población no era demasiada, las veíamos casi sólo en las torres o espadañas de las iglesias o ermitas, muy cerca de las veletas y no lejos de las campanas, a cuyo toque están habituadas. Pero hoy, que son ya abundantes, nos sorprende ver que instalan sus nidos en otros lugares como casas, silos, depósitos de agua, torretas eléctricas, grúas, antenas, chimeneas, etc. Y también se ven algunos sobre árboles o acantilados rocosos. Basta hacer un recorrido por Los Valles de Benavente y observaremos que no hay torre o espadaña sin nido o nidos de cigüeña, también gran número de las torretas eléctricas y en algún árbol o chimenea como hemos podido comprobar ver en Arcos de la Polvorosa y en Benavente.
Preparan su nido con palos y todo tipo de restos que encuentran, como plásticos, papeles, cuerdas, trapos, etc. Y cada año al regresar lo completan o arreglan su deterioro. Esto hace que su altura, grosor y peso aumenten considerablemente. Una vez establecidas las parejas hacia el mes de marzo la hembra pone los huevos, de tres a cinco. La incubación corre a cargo de ambos padres durante 33 días. Los pollos nacen en Abril o Mayo y permanecen en el nido dos meses. Por San Juan las cigüeñas empiezan a volar, dice un refrán. A mediados de Julio ya han volado todos los cigüeños y están preparados para la emigración que realizarán los meses de Agosto y Septiembre. El regreso a los lugares de cría comienza a partir del mes de Enero, aunque cada vez son más las que lo adelantan o las que se quedan en la comarca, pues disponen de lo necesario, hasta de un mejor tiempo, como ya he dicho.
A las cigüeñas les gustan también las ruinas, pues, a veces, hacen sus nidos sobre ellas, como hemos visto en algunas espadañas, iglesias, silos o fábricas abandonadas, de esta comarca. Pero lo hacen con sumo cuidado, procurando que no se deteriore más el edificio o monumento y con la intención de concienciar a los humanos sobre el estado del mismo.