QUIRUELAS DE VIDRIALES: LA ALMUCERA Y LA PESCA A OJETE...

LA ALMUCERA Y LA PESCA A OJETE

Según refiere "El Pascualín" (diccionario de Pascual Madoz, 1845-1850), tiene nuestro pueblo un terreno de mediana calidad y no muy buenas aguas potables (no probaron el agua de la bendita fuente de Valdeperal ni la del Tera, sólo la de los pozos) Hay –había- un monte encinal y un prado. Produce trigo, centeno y lino –Los Linares-. Caza liebres y perdices y cría ganado vacuno con especialidad".
El Valle de Vidriales parece que tomó su nombre de unas fábricas u hornos donde los moros elaboraban vidrio (Rosinos de V. o, en nuestro pueblo, el llamado Teso de los Vidrios). Poblado desde la antigüedad (yacimiento calcolítico de Las Peñas. ¿Qué serían las grandes piedras "fincadas", empinadas y clavadas en tierra, conocidas como La Monja y El Fraile en el Camino de Morales? La Monja, así llamada por parecérsele de lejos, prestó su nombre a esa zona de viñedo), por los celtíberos (astures), los romanos, invadido por los suevos (a. 411) y más tarde por los moros. Estos nos dejaron el nombre de La Almucera, también llamada Almucara (¿o Almuçara?), Almocera o simplemente Mocera, sin artículo. Fijándose en las consonantes de la palabra –M, Z, R-, así como en el nombre de dos pueblos del valle, curiosa coincidencia –MóZaR y TardeMéZar-, puede que venga de la palabra árabe "muzaari/ah" (agricultor, cultivador, granjero) o de "muzaar´ah" (agricultora, cultivadora) o de "mazra´ah" (alquería, finca, granja, plantación) y no de "almuerzo" y "almorcera" como suponíamos ingenuamente en la infancia.
En los tiempos de la vacada y con los calores, al llegar a Las Puentes las sedientas caballerías se tiraban a beber a La Almucera como fieras. Eran dos y se decía así, en femenino, Las Puentes, al lugar donde se hallaban sus pequeños ojos o arcos. En las eras y en todo El Prao vecinos, infinitos "saltones" hacían lo suyo: crecer y multiplicarse, zampar y brincar a sus anchas. Abajo, en el angosto cauce, el arroyo en verano interrumpía su curso, iba secándose hasta que el agua sólo se mantenía en las zonas más hondas, pozas hacia donde saltaban ágiles las patilargas ranas; se zambullían, tomaban, muy plácidas, el sol en la orilla o simplemente acechaban los saltamontes y los mosquitos. ¿Conservará alguien una foto de Las Puentes?
Para pescar las ranas a caña se precisaba experiencia. Asomado desde arriba ojeabas una gran rana, se tentaba sin que te viese meneándole el saltamontes de cebo, apenas lo mordía había que tirar muy rápido de la caña y engancharla con la mano. Si no eras hábil la traidora lo soltaba en el camino. Luego llegaron las motos, los coches y las linternas, con ellos la depredación nocturna y alevosa de los furtivos.
Eran varias las especies de peces: barbos, tencas, anguilas y no sé si alguna otra. En verano se concentraban muchos en las pozas hasta que los mozos veían el momento oportuno de pescarlos. Se sentaban en el agua formando un círculo, iban estrechando el cerco poco a poco, procurando que no se escapasen, hasta que los peces acababan en la entrepierna, ahí no tenían escape y eran capturados con facilidad, lanzados a la orilla, donde otros, mozos o chicos, los echaban al cesto. Se comprenderá ahora por qué esta técnica era conocida como "pesca a ojete". Luego se hacían con ellos soberanas merendolas en la bodega, regadas con "gaseosa" de la tierra, vendiéndose los sobrantes. Al no haber frigoríficos eran muy perecederos.
Me he enterado hace poco de que la Confederación Hidrográfica del Duero esta procediendo a la limpieza del cauce y ribera de nuestro arroyo, La Almucera. Periódicamente lo necesita y se evitan además inundaciones, pero no basta con esto. A ver si hay unidad de todos los alcaldes y Ayuntamientos del valle para exigir de La Junta de C y L el definitivo saneamiento integral de La Almucera, esto es, un colector de aguas residuales que desemboque al final en una depuradora, que sería la solución.
Ojalá muy pronto volvamos a ver aquella Almucera, con su agua y la flora y la fauna autóctonas. Se han apoderado de ella la inmundicia y el invasor cangrejo americano. Ya sólo nos quedan de recuerdo las aneas o espadañas, todo un símbolo, que rematando su tallo en los "pelujos", cilindros marrón oscuro, entretenían a veces nuestros juegos infantiles y nos recordaban los cohetes de las bodas y fiestas: "Rey, rey mando, ¡arriba la espadaña!, tirando cohetes con una caña..."