CABRAS, SABAÑONES Y CASTAÑAS
¿Qué tal ese "magosto" o me hielo en Benavente? No vayáis a decirme que nadie de Quiruelas asistió, de algo más que de espectador, a esa fiesta que hubo en la Villa, no puede ser. Eso es mantener viva la tradición de los inviernos de la infancia. ¡Qué ricas las castañas sanabresas! Un cucurucho para abrir boca y caldear manos, sin faltarle su quesico, su pan ni ese vino traidor de nuestra tierra. Encima acompañado de música, para los corazones, y pies sin dejar nunca de saltar: se te congelan y no puedes parar de rascarte por los malditos sabañones.
El próximo año promete, es de nieves. A ver si algún joven forero colabora y quiere colgarnos alguna foto de un lugar cualquiera de nuestro pueblo, donde se nos muestre la nieve cuajada sobre el quiruelense paisaje o si no del Tera, siempre amenazante, crecido por el deshielo. Cómo me acuerdo de aquella gran nevada de finales de los 60 o del año 70 (Años postreros de Manolete, alias ¡Franco!, con perdón al diestro legendario por la comparación con el caudillo siniestro). Al levantarse uno por la mañana parecía que no había amanecido aún, las ventanas estaban cegadas por la nieve; el corral lo mismo, no se podía salir de casa. En las calles los hombres se concertaron a voces, el espesor los cubría y rozaba los balcones, comenzaron a abrir carriles con las palas, primero junto a las fachadas de las casas, después con otros que atravesaran la calle de lado a lado para poder cruzarla. Indescriptible el espectáculo, o simplemente dos palabras que diría el otro torero: "im-presionante".
Eres muy generoso, Emilio, llamando "farolas"a lo que eran simples bombillas con un platillo de porcelana encima. Una docena de bombillas de 25 vatios en las esquinas del pueblo, ese era todo el alumbrado. Quizá fuera el año de la nevada cuando nos pusieron farolas verdaderas, dispersas y poco intensas, mas, acostumbrados a mortecinos ventanucos y al candil, lo celebramos frenéticamente, como si nos deslumbraran, nos volvimos locos corriendo por todo el pueblo, ya se podía jugar de noche. Tú llegarías a conocer, me imagino, aquel braserico que todos los niños llevaban a la escuela, una lata con unas brasas en su interior colgada de una cuerda. Para atizar y avivar las ascuas sólo había que girarla. Hacía un frío que pa qué, pelaba. Me acuerdo de haber calzado chanclos y creo recordar una estufa de leña en la escuela donde nos calentábamos por turnos. Las tardes de domingo las mujeres se reunían en torno a una mesa camilla de alguna casa para charlar y jugar a la brisca ("berizca"), casi siempre con dos barajas, donde no podía faltar un buen brasero con cisco. Los chicos éramos culos inquietos –perdón, en el buen sentido- que no parábamos en ningún sitio; venga a ir de casa al café y del café a la casa de la brisca, no éramos demasiado bien recibidos. Con tanto salir y entrar "se escapaba el gato". Saludos a todos y recordad que poner fotos es la mejor forma de colaborar en el foro, hace ilusión verlas.
¿Qué tal ese "magosto" o me hielo en Benavente? No vayáis a decirme que nadie de Quiruelas asistió, de algo más que de espectador, a esa fiesta que hubo en la Villa, no puede ser. Eso es mantener viva la tradición de los inviernos de la infancia. ¡Qué ricas las castañas sanabresas! Un cucurucho para abrir boca y caldear manos, sin faltarle su quesico, su pan ni ese vino traidor de nuestra tierra. Encima acompañado de música, para los corazones, y pies sin dejar nunca de saltar: se te congelan y no puedes parar de rascarte por los malditos sabañones.
El próximo año promete, es de nieves. A ver si algún joven forero colabora y quiere colgarnos alguna foto de un lugar cualquiera de nuestro pueblo, donde se nos muestre la nieve cuajada sobre el quiruelense paisaje o si no del Tera, siempre amenazante, crecido por el deshielo. Cómo me acuerdo de aquella gran nevada de finales de los 60 o del año 70 (Años postreros de Manolete, alias ¡Franco!, con perdón al diestro legendario por la comparación con el caudillo siniestro). Al levantarse uno por la mañana parecía que no había amanecido aún, las ventanas estaban cegadas por la nieve; el corral lo mismo, no se podía salir de casa. En las calles los hombres se concertaron a voces, el espesor los cubría y rozaba los balcones, comenzaron a abrir carriles con las palas, primero junto a las fachadas de las casas, después con otros que atravesaran la calle de lado a lado para poder cruzarla. Indescriptible el espectáculo, o simplemente dos palabras que diría el otro torero: "im-presionante".
Eres muy generoso, Emilio, llamando "farolas"a lo que eran simples bombillas con un platillo de porcelana encima. Una docena de bombillas de 25 vatios en las esquinas del pueblo, ese era todo el alumbrado. Quizá fuera el año de la nevada cuando nos pusieron farolas verdaderas, dispersas y poco intensas, mas, acostumbrados a mortecinos ventanucos y al candil, lo celebramos frenéticamente, como si nos deslumbraran, nos volvimos locos corriendo por todo el pueblo, ya se podía jugar de noche. Tú llegarías a conocer, me imagino, aquel braserico que todos los niños llevaban a la escuela, una lata con unas brasas en su interior colgada de una cuerda. Para atizar y avivar las ascuas sólo había que girarla. Hacía un frío que pa qué, pelaba. Me acuerdo de haber calzado chanclos y creo recordar una estufa de leña en la escuela donde nos calentábamos por turnos. Las tardes de domingo las mujeres se reunían en torno a una mesa camilla de alguna casa para charlar y jugar a la brisca ("berizca"), casi siempre con dos barajas, donde no podía faltar un buen brasero con cisco. Los chicos éramos culos inquietos –perdón, en el buen sentido- que no parábamos en ningún sitio; venga a ir de casa al café y del café a la casa de la brisca, no éramos demasiado bien recibidos. Con tanto salir y entrar "se escapaba el gato". Saludos a todos y recordad que poner fotos es la mejor forma de colaborar en el foro, hace ilusión verlas.