La luna lunera se cansó de girar y girar y se dió un respiro. Apoyó su cabeza dulcemente en la antena con el fin de descansar hasta que una voz la despertó: QUIERES QUITARTE DE AHÍ, QUE NO ME DEJAS VER A BELEN ESTEBAN... COÑO. La luna siempre pensó que el portal de Belén era otra cosa.