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RIEGO DEL CAMINO: Precioso, Patxi.

Hola Tomás. Te acabas de ir como viviste, sin hacer ruido. Ya nada en el pueblo va a ser como antes, formabas parte del paisaje y eras, sin darnos cuenta, parte importante del mismo. Agazapado en la oscuridad en las largas y calurosas noches de verano, apoyado en la fachada de tu casa, pensando en "vaya usted a saber qué", fuiste una parte importante de nuestras vidas. Estabas allí, ¿sabes?, cuando íbamos a pasear y cuando veníamos de paseo también estabas allí. En las luminarias de nuestra calle se notaba que gozabas con nosotros, sin estridencias, sin voces, sin muecas grandilocuentes... tan solo con un gesto amable. Ya nada va ser como antes, ni en Riego ni en nuestra calle: Josefa, Pepe, la madre de Tomás y ahora Tomás. Mis hijos se han quedado mudos pero se que lo sienten, Tomás los vio nacer y crecer y... ya no los verá más. Este verano andaba malito de su diabetes y el médico tenía que hacerle curas en las piernas. Vaya vida que le tocó vivir... me queda la satisfacción de que quizá para él, el verano, con sus fiestas, con los turistas, con el bingo, con el baile, con la chavalería corriendo por las calles... hicieron posible que su vida fuera algo mejor. Hoy nada tiene la importancia que tenía, ni la fuente romana ni el alumbrado público ni Manganeses ni el parque ni el garito... Hoy me doy cuenta de lo importantes que son algunas personas para el entorno. Tomás se acaba de ir y ya le estoy echando de menos. Tomás, descansa en paz si puedes de la vida que tuviste.

Precioso, Patxi.