RIEGO DEL CAMINO: Os contaré una anécdota que me sucedió este verano....

Propongo hacer cada uno alguna petición, relacionada con nuestro pueblo, claro esta, sin pasarse, ya que la crisis también les ha afectado a los Magos.
Mi petición no seria nueva, ya que ya lo propuse en otras ocasiones, serian dos farolas una en la entrada del parque y la sustitucion de la de diseño que instalaron cerca del lavadero ya que luce menos que un candil. Acordaros de la noche del bingo.
Ese lavadero... Tan cochambroso y peligroso.
Alguna mesa más en el parque, o por lo menos que las que hay las coloquen donde de la sombra.
El acceso a las escuelas nuevas...
Animaros a pedir algo, es gratis, por pedir que no quede.

No olvidéis limpiar bien los zapatos, para que os traigan montones de sueños cumplidos.
¡FELIZ NOCHE DE ILUSION ¡

pues, yo creo, que para empezar has puesto lo más importante..... yo quiero además un chiringito en el parque jaja. En serio, lo de las farolas es fundamental... y luego paso a paso. ¿no?
Quiero poner unas palabras para Tomás. Muchisimas veces cuando voy para casa de noche y paso por la puerta en la que sesentaba... me acuerdo muchisimo. Y de Josefa tb porque eran vecinos muy, muy buenos.

Pués sí, Elena. Eran unos vecinos maravillosos... Pepe, Josefa, Mauricio, Tomás... Qué vacío han dejado en nuestra calle! Vas ahora por allí y únicamente ves a Simón... El pobre se ha quedado tan sólo... Sólo los niños con sus bicis, y sus griteríos son capaces de dar vida y alegría al pueblo. Yo, por eso, estoy deseando que llegue el buen tiempo... Ah!, y la foto de Fraguas me parece preciosa. Un beso!

Os contaré una anécdota que me sucedió este verano. Un día me encontré con Simón, como otros días de otros veranos. Era un día cualquiera a una hora en la que las chicharras se asan a fuego lento. Lo recuerdo bien pues en las calles de Riego no había un alma. Cogí el coche para ir a... cualquier sitio, como tantas y tantas veces y al final de la calle apareció Simón. Fue como un fogonazo... casi me lo llevo por delante. Una vez superado el susto inicial el hombre me hizo señas y en su lenguaje y a su modo me dijo que si no tenía la amabilidad de llevarle a Manganeses a hacer la compra. Bueno, yo no iba a Manganeses precisamente sino a Zamora pero no me importó hacerle el favor. A medida que yo me iba acercando a Manganeses me iba haciendo la pregunta siguiente: ¿cómo volvería a Riego el pobre Simón? Como la respuesta estaba clara, me ofrecí a llevarlo de vuelta después de tomarme un café en el JB. Lo invité y me dijo que no. Le dije que lo esperaba, esta vez no me dijo que no. Estuve en el JB 8 minutos y cuando salí del bar, Simón me estaba esperando en el coche con dos bolsones llenos de comida ya comprados y pagados. Me quedé "esleto". ¿Cómo era posible que lo hubiera hecho tan rapidamente? Respuesta que me dieron al día siguiente: Simón entró hecho una fiera, arrampló con lo que tenía más a mano, se coló descaradamente a diestro y siniestro, pagó y corrió (es un decir) a mi encuentro con el fin de no hacerme esperar. Casi me da algo. Me sentí importante, ¡un detalle de respeto en estos tiempos!. Una vez repuesto del shock se subió a mi coche de nuevo, me habló de algo que no entendí muy bien, llegamos a Riego y.... me esperaba otra sorpresa: QUISO PAGARME EL VIAJE. Esto fue la reostia. La primera vez que no me hacen esperar y además quieren pagarme el viaje. Y tuvo que ser Simón. El ínclito Simón. El hermano de Tomás. Sí hombre, de los dos hermanos, el que vive en la casa de la esquina, el que arrastra los pies al andar, el que cuando anda con los cerdos y las gallinas vocea algo parecido a JENA, JENA (seguro que no es esa la palabra, el mismo que todos los veranos, desde que voy a Riego, ameniza esos días pesados en los que la calor nos consume. Ese, exactamente ese hombre. El último residente fijo vivo de nuestra calle... el último de la calle de la iglesia.