LA TRILLA
Bajo la cruda justicia
que el sol imparte en las eras,
el trillo arrastra en redondo
sus duros dientes de piedra.
Del trillo tiran dos vacas
y de las vacas la inercia.
Un hombre lleva a sus rabos
una guiada y dos cuerdas,
una banqueta, una pala,
una actitud soñolienta...
¡Que nubarrón de sopores!
¡Qué eternidad, cuántas vueltas!
¿Adónde fijo los ojos
para que no se me duerman?
Dos batallones de rabos
se abaten sobre sus dueñas;
las moscas, que quieren sangre,
en el empeño no cejan.
En torno todo es solana,
mañizos, parvas y medas;
el carro para hacer sombra,
sombreros en las cabezas.
La trilla es una gran cama
donde los ojos se cierran.
Ya se han cerrado del todo,
ya se han rendido a la siesta;
ya lo barrunta esa vaca
con su boñiga más tierna.
¡Que caga! –zumban mil voces
como en un grito de guerra-
Un arrebato de furias
se va a la pala, no llega...
El oloroso invitado
ya ha traspasado la puerta.
La bosta engrosa la trilla
con sus mejores esencias.
-Ya no hay remedio. compadre,
de aquí pa, lante ten cuenta.
Mariano Estrada, del libro "Trozos de cazuela compartida"
Bajo la cruda justicia
que el sol imparte en las eras,
el trillo arrastra en redondo
sus duros dientes de piedra.
Del trillo tiran dos vacas
y de las vacas la inercia.
Un hombre lleva a sus rabos
una guiada y dos cuerdas,
una banqueta, una pala,
una actitud soñolienta...
¡Que nubarrón de sopores!
¡Qué eternidad, cuántas vueltas!
¿Adónde fijo los ojos
para que no se me duerman?
Dos batallones de rabos
se abaten sobre sus dueñas;
las moscas, que quieren sangre,
en el empeño no cejan.
En torno todo es solana,
mañizos, parvas y medas;
el carro para hacer sombra,
sombreros en las cabezas.
La trilla es una gran cama
donde los ojos se cierran.
Ya se han cerrado del todo,
ya se han rendido a la siesta;
ya lo barrunta esa vaca
con su boñiga más tierna.
¡Que caga! –zumban mil voces
como en un grito de guerra-
Un arrebato de furias
se va a la pala, no llega...
El oloroso invitado
ya ha traspasado la puerta.
La bosta engrosa la trilla
con sus mejores esencias.
-Ya no hay remedio. compadre,
de aquí pa, lante ten cuenta.
Mariano Estrada, del libro "Trozos de cazuela compartida"