CON LOS DEDOS EN LA TIERRA
Nieves Gárate pensó que el mejor regalo para su marido, un ingeniero de
minas recién prejubilado a sus 62 años, era un
huerto. El marido, Carlos, llevaba tiempo fantaseando con tener uno en
Menorca, su lugar de origen. Cultivar sus propias plantas le parecía una buena salida para cuando le tocara emprender la retirada. El pasado lunes era su primer día sin trabajo. Y Nieves, que se dedica a la gestión de
arte, le tenía preparada la sorpresa. Ya no tendría que cruzar
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