El tijeretazo para los pensionistas y las personas dependientes,
¡y centenares de millones de euros para las corridas de toros!
En medio del duro y socialmente injusto ajuste económico que va afectar mucho a pensionistas, dependientes, hospitales y escuelas, parece que las corridas de toros, para nuestros dignatarios gobernantes no son tema ni prioridad llegada la hora de hacer recortes económicos.
Cabría preguntarse como aún se puede seguir justificando el mantener las subvenciones públicas a la cruel actividad de la tauromaquia, cuando se trata de una medieval "tradición" propia de la "España negra", que además, resulta que solo puede sostenerse si recibe continuas inyecciones del dinero público común, pero curiosamente en contra de la voluntad de un amplio y consolidado consenso de más de un 70% de la población que afirma que no le interesan nada las corridas de toros, y a los que tampoco debe convencerles nada ese nuevo engendro kafkiano diseñado por la Presidenta de la Comunidad de Madrid Esperanza Aguirre, en su intento de afianzar más "la fiesta nacional" con la medalla del llamado "Bien de Interés Cultural".
Por dar una cifra indicativa y aproximada, y seguramente muy corta, las ayudas del Estado comportaban un gasto de más de 564 millones de euros en el año 2007, es decir, se trata de un buen chorro de dinero de la ciudadanía dedicado a promocionar y hacer viable la muy particular y dantesca economía festiva creada alrededor de la tortura y muerte de un noble y bello animal en un ruedo público, y bajo un alegre aplauso adormecido de cualquier sensibilidad moral de compasión y socorro hacia el llanto de un animal, al que intencionalmente se le provocan heridas hasta su agonía. Esta cantidad supone más del 10% de todos los recortes propuestos para reducir el déficit del Estado. En consecuencia, una eventual prohibición de la subvención pública a la actividad taurina podría ahorrar dinero al presupuesto del Estado y ser destinado a la mejora de la situación social de muchas de las personas más débiles y en situación de necesidad.
Si ahora se están recortando y aplazando muchas obras públicas y actos culturales no imprescindibles, ¿porque no se plantea cortar el grifo de las ayudas municipales, autonómicas y estatales a la inmoral tortura pública de unos animales sintientes y con capacidad de sufrimiento emocional?
Con el "pan y circo" y el "pan y toros" quizás los partidos mayoritarios quieran desviar la atención ciudadana contra los elevados costes sociales de una crisis económica. Pero al contrario, una respuesta compasiva y solidaria a la crisis debería favorecer tanto a las personas como a los animales no humanos.
¡y centenares de millones de euros para las corridas de toros!
En medio del duro y socialmente injusto ajuste económico que va afectar mucho a pensionistas, dependientes, hospitales y escuelas, parece que las corridas de toros, para nuestros dignatarios gobernantes no son tema ni prioridad llegada la hora de hacer recortes económicos.
Cabría preguntarse como aún se puede seguir justificando el mantener las subvenciones públicas a la cruel actividad de la tauromaquia, cuando se trata de una medieval "tradición" propia de la "España negra", que además, resulta que solo puede sostenerse si recibe continuas inyecciones del dinero público común, pero curiosamente en contra de la voluntad de un amplio y consolidado consenso de más de un 70% de la población que afirma que no le interesan nada las corridas de toros, y a los que tampoco debe convencerles nada ese nuevo engendro kafkiano diseñado por la Presidenta de la Comunidad de Madrid Esperanza Aguirre, en su intento de afianzar más "la fiesta nacional" con la medalla del llamado "Bien de Interés Cultural".
Por dar una cifra indicativa y aproximada, y seguramente muy corta, las ayudas del Estado comportaban un gasto de más de 564 millones de euros en el año 2007, es decir, se trata de un buen chorro de dinero de la ciudadanía dedicado a promocionar y hacer viable la muy particular y dantesca economía festiva creada alrededor de la tortura y muerte de un noble y bello animal en un ruedo público, y bajo un alegre aplauso adormecido de cualquier sensibilidad moral de compasión y socorro hacia el llanto de un animal, al que intencionalmente se le provocan heridas hasta su agonía. Esta cantidad supone más del 10% de todos los recortes propuestos para reducir el déficit del Estado. En consecuencia, una eventual prohibición de la subvención pública a la actividad taurina podría ahorrar dinero al presupuesto del Estado y ser destinado a la mejora de la situación social de muchas de las personas más débiles y en situación de necesidad.
Si ahora se están recortando y aplazando muchas obras públicas y actos culturales no imprescindibles, ¿porque no se plantea cortar el grifo de las ayudas municipales, autonómicas y estatales a la inmoral tortura pública de unos animales sintientes y con capacidad de sufrimiento emocional?
Con el "pan y circo" y el "pan y toros" quizás los partidos mayoritarios quieran desviar la atención ciudadana contra los elevados costes sociales de una crisis económica. Pero al contrario, una respuesta compasiva y solidaria a la crisis debería favorecer tanto a las personas como a los animales no humanos.