CELEDONIO PÉREZ «Feli», que nació enclenque y desvalida hace veintidós meses (entonces la crisis era una nube de tormenta), se arrugó sobre una piel de liebre y cuando se levantó como pudo para agarrarse a la teta de «Bolera II», su altiva y prolífica madre, la capa de la «rabona» se había pegado tanto a la suya que nadie desde entonces ha podido despegársela. Ella es así, una galga con funda de liebre que, con el tiempo, ha ido adquiriendo tonos de melocotón maduro veteado de rayos de marfil. Estrellada y de rabo infinito es, según los entendidos, casi perfecta, la top-model de las galgas de la provincia.