Todos los años se llevan a cabo campañas con motivo del Día mundial del Mal de Parkinson. Ese día, el 11 de abril, para ser más precisos, los medios periodísticos y de comunicación dedican grandes espacios a los tratamientos y atención de los enfermos.
Desde ya, es una acción muy loable, pero no queremos que un tema tan importante quede sólo ligado a una fecha específica. Por lo general la cobertura informativa habla de nuevos tratamientos y medicamentos. Sin embargo, se omite inconsciente o deliberadamente una evidencia científica que vincula al Mal de Parkinson con la exposición a pesticidas u otras sustancias tóxicas. Parece que los seres humanos nos olvidamos de ese sabio refrán que dice: “Más vale prevenir que curar”. Y es ahí donde radica el quid de la cuestión: en evitar que el número de afectados siga creciendo porque, por el momento, esta enfermedad no tiene cura.
Sustancias químicas
Un gran número de trabajos de investigación científica asocia la enfermedad a una serie de sustancias químicas. Importantes bases de datos provenientes del Colaborativo en Salud y el Ambiente (Collaborative on Health and the Environment, Che) atestiguan la mayor predisposición a contraer el Mal de Parkinson entre los campesinos, trabajadores agrícolas, granjeros y otras personas en contacto directo con pesticidas. Esta asociación independiente centraliza la información sobre los diversos estudios que efectúan investigadores e instituciones.
La doctora argentina, Anabel Chade, directora de la Clínica de Parkinson y Enfermedades Relacionadas, del Instituto de Neurología Cognitiva (INECO) y coordinadora de la Unidad de Movimientos Anormales del Instituto de Neurociencias de la Fundación Favoloro de Buenos Aires, es una de las investigadoras
Desde ya, es una acción muy loable, pero no queremos que un tema tan importante quede sólo ligado a una fecha específica. Por lo general la cobertura informativa habla de nuevos tratamientos y medicamentos. Sin embargo, se omite inconsciente o deliberadamente una evidencia científica que vincula al Mal de Parkinson con la exposición a pesticidas u otras sustancias tóxicas. Parece que los seres humanos nos olvidamos de ese sabio refrán que dice: “Más vale prevenir que curar”. Y es ahí donde radica el quid de la cuestión: en evitar que el número de afectados siga creciendo porque, por el momento, esta enfermedad no tiene cura.
Sustancias químicas
Un gran número de trabajos de investigación científica asocia la enfermedad a una serie de sustancias químicas. Importantes bases de datos provenientes del Colaborativo en Salud y el Ambiente (Collaborative on Health and the Environment, Che) atestiguan la mayor predisposición a contraer el Mal de Parkinson entre los campesinos, trabajadores agrícolas, granjeros y otras personas en contacto directo con pesticidas. Esta asociación independiente centraliza la información sobre los diversos estudios que efectúan investigadores e instituciones.
La doctora argentina, Anabel Chade, directora de la Clínica de Parkinson y Enfermedades Relacionadas, del Instituto de Neurología Cognitiva (INECO) y coordinadora de la Unidad de Movimientos Anormales del Instituto de Neurociencias de la Fundación Favoloro de Buenos Aires, es una de las investigadoras