No hubo más goles porque el Barça, fuerte psicológicamente, supo controlar su excitación. Quizá, porque conoce más a Mourinho que el propio Madrid por los cruces contra el Chelsea y el Inter. No perdió la cabeza el Barça y al Madrid le faltaron pies para la épica, un plan global y no apuntes para un partido, empeñado en negar el choque del Camp Nou por lo sucedido en Chamartín. A Guardiola incluso le dio tiempo de homenajear a Abidal.