Ya era hora que se pusiera en marcha la protesta masiva; pero aún no se ve adónde marcha.
Por eso muchos ciudadanos miran con simpatía, pero también algún temor, este “movimiento 15-M” –llamado así por la fecha del 15 de Mayo, en que empezó a ocupar la plaza central de las grandes ciudades españolas— de jóvenes y no tan jóvenes que piden “democracia real, ¡ya!”.
La policía los vigila, los jueces los sopesan, y los políticos se exasperan porque no los entienden.
Pero los vecinos de estas plazas en Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla, Granada, Zaragoza y un largo etcétera, muestran su comprensión; por ejemplo, con un gesto tan simple como permitirles subir a sus casas a usar el cuarto de baño. Y se muestran contentos cuando ven como esos centenares de activistas que se quedan de “retén” en la plaza, en espera de la próxima gran manifestación, se ponen a limpiarla.
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Plaza Tahrir
Porque la limpieza, y las continuas llamadas por la megafonía para que el movimiento siga siendo pacífico, contrario a toda violencia, son ejemplos que el “15-M” ha aprendido de los triunfadores egipcios de la Plaza Tahrir en El Cairo. Copia sus métodos, ha nacido del mismo uso de las redes sociales y del mismo desespero ante un negro futuro, pero no copia su objetivo. El “15-M” no pretende derribar un gobierno (ni mucho menos una dictadura que ya no existe en España), aunque seguramente su masivo grito de “ ¡no queremos ser marionetas de políticos y banqueros!” acelerará el descalabro del actual gobierno socialista. Pero tampoco contiene voto de confianza alguna para la oposición conservadora que así espera hacerse con el poder.
Tanto los partidos de izquierda como los de derecha quieren aprovecharse de esta protesta (diciendo que es el rechazo masivo a sus contrarios), pero no se fían de estos manifestantes que no pueden controlar.
Movimiento reivindicativo de españoles en Holanda
Un grupo de jóvenes españoles residentes en Holanda ha creado este movimiento para manifestar solidaridad y apoyo a sus compatriotas en España con los acontecimientos que se están produciendo. Al igual que en otras ciudades europeas, el grupo organiza sentadas, en el caso de Ámsterdam, en la céntrica Plaza de Dam. Las manifestaciones serán diarias, a las 20 hora local.
Desafiando al poder establecido
De momento, el “15-M” se limita a desafiar el poder establecido y dice que seguirá ocupando las plazas de España con su protesta hasta el 22 de Mayo, cuando se celebrarán las elecciones locales y regionales. Hace ya meses que todo el país sabe que en esa fecha los votantes castigarán duramente al jefe de gobierno José-Luis Zapatero por la crisis.
España, un país de casi 45 millones, ya tiene casi 5 millones de desempleados, y más de un millón de hogares donde no entra ningún sueldo porque ninguno de la familia encuentra trabajo. La miseria atenaza sobre todo a los jóvenes; y a los inmigrantes, buena parte de ellos llegados desde América Latina, que ahora suelen ser los primeros despedidos.
Telefónica
El “15-M” añadirá centenares de miles de voces de protesta a la legión de españoles que están hartos de pagar por una crisis que no causaron, mientras ven cómo se suben la paga los que sí la causaron. Hace poco, la empresa más rentable de España -y antiguo monopolio estatal-, Telefónica, anunció a la vez que iba a despedir 6000 trabajadores y que repartiría 450 millones de euros en bonificaciones a sus 1900 directivos. ¿De verdad que el gobierno no podía hacer nada más que “lamentarlo”?
Banqueros vs ciudadano común
Los partidos políticos españoles, que prácticamente no tienen democracia interna y funcionan a las órdenes del jefe como máquinas electorales, no sirven para que los dirigentes comprendan lo que representa el movimiento “15-M”: una llamada para que el poder cambie.
No simplemente que cambie de manos, sino que cambie de miedos: que en vez de tenerles un obediente temor a los banqueros y al “mercado”, tenga miedo a dejar en el arroyo al ciudadano común y corriente.
Aunque en circunstancias muy diferentes, este “15 de Mayo” está pidiendo igual que el Mayo del 68, que el poder use la imaginación.
Despertar de un movimiento
Cierto que este movimiento de ahora está muy en sus comienzos; se compone de muchos grupos diferentes entre sí; sus buenas intenciones no siempre son prácticas; y todavía tiene que aprender a poner de acuerdo a tantísima gente. Por ejemplo, al principio se le oía decir mucho que, para castigar a los políticos, los españoles no fueran a votar. Esa consigna, típica de los anti-sistema, podría haberles asimilado a los violentos. Ahora ya han aprendido a explicar que ni piden el voto para nadie, ni piden que nadie vote. Piden que cambie la política.
Eso probablemente acabe por obligar al “15-M” a transformarse en un partido; o al menos en la plataforma de unas exigencias concretas a negociar con los partidos. Después de las elecciones locales del próximo domingo, todavía queda un año hasta las elecciones generales del 2012 que realmente decidirán
Por eso muchos ciudadanos miran con simpatía, pero también algún temor, este “movimiento 15-M” –llamado así por la fecha del 15 de Mayo, en que empezó a ocupar la plaza central de las grandes ciudades españolas— de jóvenes y no tan jóvenes que piden “democracia real, ¡ya!”.
La policía los vigila, los jueces los sopesan, y los políticos se exasperan porque no los entienden.
Pero los vecinos de estas plazas en Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla, Granada, Zaragoza y un largo etcétera, muestran su comprensión; por ejemplo, con un gesto tan simple como permitirles subir a sus casas a usar el cuarto de baño. Y se muestran contentos cuando ven como esos centenares de activistas que se quedan de “retén” en la plaza, en espera de la próxima gran manifestación, se ponen a limpiarla.
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España, un país de casi 45 millones, ya tiene casi 5 millones de desempleados, y más de un millón de hogares donde no entra ningún sueldo porque ninguno de la familia encuentra trabajo. La miseria atenaza sobre todo a los jóvenes; y a los inmigrantes, buena parte de ellos llegados desde América Latina, que ahora suelen ser los primeros despedidos.
Telefónica
El “15-M” añadirá centenares de miles de voces de protesta a la legión de españoles que están hartos de pagar por una crisis que no causaron, mientras ven cómo se suben la paga los que sí la causaron. Hace poco, la empresa más rentable de España -y antiguo monopolio estatal-, Telefónica, anunció a la vez que iba a despedir 6000 trabajadores y que repartiría 450 millones de euros en bonificaciones a sus 1900 directivos. ¿De verdad que el gobierno no podía hacer nada más que “lamentarlo”?
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No simplemente que cambie de manos, sino que cambie de miedos: que en vez de tenerles un obediente temor a los banqueros y al “mercado”, tenga miedo a dejar en el arroyo al ciudadano común y corriente.
Aunque en circunstancias muy diferentes, este “15 de Mayo” está pidiendo igual que el Mayo del 68, que el poder use la imaginación.
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Cierto que este movimiento de ahora está muy en sus comienzos; se compone de muchos grupos diferentes entre sí; sus buenas intenciones no siempre son prácticas; y todavía tiene que aprender a poner de acuerdo a tantísima gente. Por ejemplo, al principio se le oía decir mucho que, para castigar a los políticos, los españoles no fueran a votar. Esa consigna, típica de los anti-sistema, podría haberles asimilado a los violentos. Ahora ya han aprendido a explicar que ni piden el voto para nadie, ni piden que nadie vote. Piden que cambie la política.
Eso probablemente acabe por obligar al “15-M” a transformarse en un partido; o al menos en la plataforma de unas exigencias concretas a negociar con los partidos. Después de las elecciones locales del próximo domingo, todavía queda un año hasta las elecciones generales del 2012 que realmente decidirán