La ludopatía que se diagnosticó a J. B. E. le empujaba a invertir hasta «100 euros diarios» en un vicio que dejó de dominar «en 1993 ó 1994», siete años después de llegar a Villanueva, y «como el juego ha ido tirando de mí», durante casi cinco lustros le condujo a «aprovecharse de la confianza de sus clientes. Cuando necesitaba dinero» para el juego, «acudía a ellos y conseguía que le dejaran hacer y deshacer» con sus ahorros, reprochó ayer el fiscal jefe, Rafael de Vega Irañeta, quien redujo la petición de pena de siete a cuatro años de prisión tras escuchar al psicólogo que ha tratado la ludopatía mixta que padecía el procesado por estafa y por falsificar las firmas de clientes para sacar dinero de sus cuentas bancarias.
«El paciente es inimputable parcialmente por su falta de libertad» para dominar su comportamiento, indicó el terapeuta, «por su adicción actúa de forma irrefrenable», sin poder sujetar el impulso, sufre una «automatización del discurso mental», que significa que sufre «una merma del nivel cognitivo de los hechos delictivos que se le imputan porque la reflexión» antes de actuar «no existe».
«El paciente es inimputable parcialmente por su falta de libertad» para dominar su comportamiento, indicó el terapeuta, «por su adicción actúa de forma irrefrenable», sin poder sujetar el impulso, sufre una «automatización del discurso mental», que significa que sufre «una merma del nivel cognitivo de los hechos delictivos que se le imputan porque la reflexión» antes de actuar «no existe».