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SAN MIGUEL DE LA RIBERA: ¡Volando hacia el nido!.... Cinco dias necesitó el...

¡Volando hacia el nido!.... Cinco dias necesitó el sol para vencer en su lucha con las nubes, y cinco días necesitó el río para calmar sus iras y dormirse en el lecho con calma.
Las Descalzas gozaban del calorcito invernal al abrigo de las tapias de la Hospedería, y el viejo Prior, zamorano y sayagues, les mostraba con orgullo la noble ciudad que se desperezaba al otro lado del Duero.
Aquella cúpula dorada y escamada, como el lomo de un pez, en la cúpula del Salvador, y una de las maravillas del mundo. Vista desde aqui en toda su belleza, parece una corona de oro, digna de la cabeza de un Emperador oriental.
¿Y aquella torre alta que domina los cubos de la muralla?
Es la torre de San Pedro, el relicario de los cuerpos santos, honra de Zamora. ¿Y no veis más a la derecha unas celosías que se esconden recatadas entre aquellas casas señoriales?
Son las celosías de vuestro convento que os espera vacío.
¿Cuando estaremos en el?, suspiró Sor Inés.
Pronto, hija mía, respondió Sor Ana. Las palomas, Padre Prior, se mueren de ansias fuera de su palomar.
Aquella tarde avisaron a las monjas que el Conde de Alba y Aliste, acompañado del Chantre Cachano, las esperaba en el recibidor del Monasterio. La entrevista estuvo llena de ternura.
El joven prócer y el viejo canónigo lloraban al dar la primera bienvenida a sus monjas, y miraban a Sor Ana como a una enviada del cielo. La Salomona de España, con su tacto exquisito y con su don de gentes, aristócrata y humilde, se apoderó pronto de aquellas almas ingenuas.