Benavente aparca la crisis
Los benaventanos se ponen en pie de fiestas tras el chupinazo de la Plaza Mayor y se preparan para correr mañana a «Talador» por las calles de la ciudad
J. A. G.
Benavente está de fiestas. El alcalde Saturnino Mañanes prendió fuego a la mecha poco antes de las 20.35 horas de la tarde con el sol dando de plano en la fachada de la Casa Consistorial y el termómetro marcando casi 31 grados en la plaza, donde el líquido regaba el suelo y las gargantas desde hacía tiempo y donde la gente más joven pedía guerra con impaciencia.
Mañanes compareció anunciando la llegada del día esperado. En cinco minutos recordó que quedaban otros dos para correr a «Talador», recomendó prudencia con el toro, citó a las peñas oficiales y no oficiales, a la reina y a las damas, a las autoridades y a la comisión, y lanzó vivas a las fiestas, a la ciudad y a los benaventanos, a lo que el corifeo replicó con entrega. Entonces le pasaron una bengala que atufó de azufre la antesala del balcón y le dio salida al cohete.
Entre las banderas plegadas el artefacto ascendió siseante a los cielos mientras la plaza saltaba como un resorte al escuchar la explosión. El estallido declaró a Benavente en situación oficial de jolgorio en décimas de segundo, pero este año no hubo globos de colores ni lluvia de confeti y el siempre redoblado estruendo de las bandas pareció menor desde los balcones. Aunque los chorros de cerveza, de vino y de sangría, reaparecieron por doquier, en la vanguardia de la plaza, ocupada por los más jóvenes, aparentemente había más espacios que de costumbre. Al fondo las peñas oficiales se mantenían disciplinadas. El público no peñista rodeaba el perímetro y en tres cuartas de la plaza reinaba la anarquía de precisión que caracteriza cada año el comienzo de las fiestas del Toro. En el balcón alguien habló de «austeridad» refiriéndose a la falta de confeti. Tras el chupinazo, otros años envuelto en el rebufo de las tiras de papel de colores, y en medio de la plaza, se mantenía erguida como una enseña pirata una pancarta de color naranja butano que rezaba junto al escorzo de un joven abriendo una lata: «Abrealmejas. Since 2004». Apenas una decena de jóvenes de una peña no oficial con camisetas del mismo color la mantenían ondeante entre la algarabía.
La plaza se desperezó poco a poco del acto inaugural. Los más jóvenes dejaron los trasiegos de alcohol y el respetable comenzó a moverse en dirección del desfile por todas las bocacalles, especialmente las peñas oficiales, que este año ocupaban la parte posterior del itinerario, por detrás de las carrozas y del espectáculo de animación.
Para muchos benaventanos comenzó una noche larga de fiesta; especialmente para los más jóvenes y para los peñistas oficiales u oficiosos. La fiestas del Toro Enmaromado 2011 vienen precedidas por la crisis, por los recortes, por las críticas antitaurinas, pero por delante hay siete días disfrute.
Hoy por la mañana unos pocos irán a buscar a «Talador», el astado de 2011, a la ganadería salmantina Montalvo. Con sangre Domeq, será el primero con este encaste, que se sepa, que se lidiará por las calles de la ciudad. En la finca de los Hermanos Bragado estará esperando el Torito del Alba «Negrita». Allí se celebrará la tradicional fiesta campera antes de iniciar el viaje hacia Benavente en caravana. Es otra forma de pregonar que la ciudad está en fiestas. La llegada al albero benaventano, donde desembarcarán los dos animales retomando la plaza de toros como lugar de descanso de los animales, está prevista a las siete de la tarde.
Los benaventanos se ponen en pie de fiestas tras el chupinazo de la Plaza Mayor y se preparan para correr mañana a «Talador» por las calles de la ciudad
J. A. G.
Benavente está de fiestas. El alcalde Saturnino Mañanes prendió fuego a la mecha poco antes de las 20.35 horas de la tarde con el sol dando de plano en la fachada de la Casa Consistorial y el termómetro marcando casi 31 grados en la plaza, donde el líquido regaba el suelo y las gargantas desde hacía tiempo y donde la gente más joven pedía guerra con impaciencia.
Mañanes compareció anunciando la llegada del día esperado. En cinco minutos recordó que quedaban otros dos para correr a «Talador», recomendó prudencia con el toro, citó a las peñas oficiales y no oficiales, a la reina y a las damas, a las autoridades y a la comisión, y lanzó vivas a las fiestas, a la ciudad y a los benaventanos, a lo que el corifeo replicó con entrega. Entonces le pasaron una bengala que atufó de azufre la antesala del balcón y le dio salida al cohete.
Entre las banderas plegadas el artefacto ascendió siseante a los cielos mientras la plaza saltaba como un resorte al escuchar la explosión. El estallido declaró a Benavente en situación oficial de jolgorio en décimas de segundo, pero este año no hubo globos de colores ni lluvia de confeti y el siempre redoblado estruendo de las bandas pareció menor desde los balcones. Aunque los chorros de cerveza, de vino y de sangría, reaparecieron por doquier, en la vanguardia de la plaza, ocupada por los más jóvenes, aparentemente había más espacios que de costumbre. Al fondo las peñas oficiales se mantenían disciplinadas. El público no peñista rodeaba el perímetro y en tres cuartas de la plaza reinaba la anarquía de precisión que caracteriza cada año el comienzo de las fiestas del Toro. En el balcón alguien habló de «austeridad» refiriéndose a la falta de confeti. Tras el chupinazo, otros años envuelto en el rebufo de las tiras de papel de colores, y en medio de la plaza, se mantenía erguida como una enseña pirata una pancarta de color naranja butano que rezaba junto al escorzo de un joven abriendo una lata: «Abrealmejas. Since 2004». Apenas una decena de jóvenes de una peña no oficial con camisetas del mismo color la mantenían ondeante entre la algarabía.
La plaza se desperezó poco a poco del acto inaugural. Los más jóvenes dejaron los trasiegos de alcohol y el respetable comenzó a moverse en dirección del desfile por todas las bocacalles, especialmente las peñas oficiales, que este año ocupaban la parte posterior del itinerario, por detrás de las carrozas y del espectáculo de animación.
Para muchos benaventanos comenzó una noche larga de fiesta; especialmente para los más jóvenes y para los peñistas oficiales u oficiosos. La fiestas del Toro Enmaromado 2011 vienen precedidas por la crisis, por los recortes, por las críticas antitaurinas, pero por delante hay siete días disfrute.
Hoy por la mañana unos pocos irán a buscar a «Talador», el astado de 2011, a la ganadería salmantina Montalvo. Con sangre Domeq, será el primero con este encaste, que se sepa, que se lidiará por las calles de la ciudad. En la finca de los Hermanos Bragado estará esperando el Torito del Alba «Negrita». Allí se celebrará la tradicional fiesta campera antes de iniciar el viaje hacia Benavente en caravana. Es otra forma de pregonar que la ciudad está en fiestas. La llegada al albero benaventano, donde desembarcarán los dos animales retomando la plaza de toros como lugar de descanso de los animales, está prevista a las siete de la tarde.