Corría un día cualquiera de agosto, yo tenía 5 o 6 años, mi abuelo se disponía a ir a la
bodega y a mi me pareció una
excursión interesante así que me apunté, iba todo contento con mi bota de plástico azul llena de
agua fresquita, hacía mucho calor así que para cuando llegamos a la bodega ya me había ventilado todo el agua y mi abuelo ni corto ni perezoso no se le ocurrió otra idea que llenarme la bota de vino, recuerdo que estaba muy fresquito, pero ahí se acabaron mis recuerdos, todo se nubló,
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