S. RAMOS, SANTA CLARA DE AVEDILLO Vuelve el lechero a la capital. Una empresa familiar con una explotación ganadera en Santa Clara de Avedillo pondrá en marcha un dispensario de leche en el exterior del Centro Comercial Valderaduey. Una novedosa iniciativa en la provincia, pero sobradamente probada en la región y fuera de ella, según cuenta Antonio García, uno de los socios de la empresa familiar, quien asegura que en Santander ya existen más de 40 de estos dispositivos funcionando con éxito. El más reciente en la Autonomía fue colocado en el paseo de San Antonio de Salamanca, el pasado mes de marzo.
La venta directa de leche tiene sin embargo poco que ver con el «jarreo» de antaño, que desapareció por los problemas sanitarios inherentes al manejo de tan delicado producto, y su recuperación lleva detrás un impresionante despliegue económico y de tecnología por parte de los promotores. Sólo la máquina dispensadora cuesta 30.000 euros. Una infraestructura que va integrada en una marquesina con una estética rústica que le proporciona un tejadillo tipo caseta y los más exigentes controles de seguridad: «Al mínimo problema salta una alarma que nos avisa por móvil de que algo no va bien», explica Antonio García, ganadero y promotor de la iniciativa
«Nuestro único ingrediente, la leche» es el lema de la pionera explotación, que a día de hoy se muestra completamente robotizada, informatizada y con los últimos adelantos tecnológicos. Una industria que mantiene 205 vacas lecheras en saneamiento, ubicada en el término de Santa Clara de Avedillo.
Dos matrimonios, con sus hijos, trabajan en el sector lechero, intentando día a día «mantener el listón alto», donde se las ven y se las desean para sacar rentabilidad en un producto sujeto como pocos a la fluctuación de los mercados, a pesar de tratarse de un alimento básico, de primera necesidad.
Las naves ganaderas lindan con amplias extensiones de prado verde donde pastan las vacas, mientras en el interior, el bienestar animal se ha cuidado al detalle. Las vacas disponen de «colchonetas» como cama, unas pequeñas tarimas ligeramente elevadas sobre el suelo para el acomodo del animal. Un robot sirve para el ordeño.
Es digno de ver cómo el propio animal, cuando siente la ubre llena, se acerca voluntariamente a la ordeñadora, que funciona las 24 horas del día, para descargar la leche. Esta va a parar directamente y a través de un entramado de tuberías al tanque de frío y de ahí a otro tanque «pulmón» anterior a la pasteurizadora. Será precisamente este recipiente, de 280 litros de capacidad, con la leche ya pasteurizada, el que se coloque en el dispensador listo para que el consumidor obtenga el alimento. La máquina dispone de botellas de un litro, aunque cada usuario puede llevar su recipiente con la capacidad que desee. En principio se ha establecido el precio de un euro por litro.
El dispositivo está listo para entrar en funcionamiento, en cuanto tenga todos los permisos, incluidos los exigentes requisitos sanitarios. De hecho la idea, nacida en Italia hace cinco años, se inició en ese país con leche cruda, pero en España no se puede hacer así, ya que se exige la venta la leche pasterizada
Los promotores entienden que esta fórmula puede tener éxito en una sociedad que cada vez exige productos de mayor calidad y más naturales, pero que tiene estilos de vida urbanos, con poco acceso directo al productor. Digno de encomio es también el esfuerzo de unos ganaderos que en tiempos de crisis han apostado con fuerza por la innovación y la calidad, arriesgando, por cierto, una inversión importante.
La venta directa de leche tiene sin embargo poco que ver con el «jarreo» de antaño, que desapareció por los problemas sanitarios inherentes al manejo de tan delicado producto, y su recuperación lleva detrás un impresionante despliegue económico y de tecnología por parte de los promotores. Sólo la máquina dispensadora cuesta 30.000 euros. Una infraestructura que va integrada en una marquesina con una estética rústica que le proporciona un tejadillo tipo caseta y los más exigentes controles de seguridad: «Al mínimo problema salta una alarma que nos avisa por móvil de que algo no va bien», explica Antonio García, ganadero y promotor de la iniciativa
«Nuestro único ingrediente, la leche» es el lema de la pionera explotación, que a día de hoy se muestra completamente robotizada, informatizada y con los últimos adelantos tecnológicos. Una industria que mantiene 205 vacas lecheras en saneamiento, ubicada en el término de Santa Clara de Avedillo.
Dos matrimonios, con sus hijos, trabajan en el sector lechero, intentando día a día «mantener el listón alto», donde se las ven y se las desean para sacar rentabilidad en un producto sujeto como pocos a la fluctuación de los mercados, a pesar de tratarse de un alimento básico, de primera necesidad.
Las naves ganaderas lindan con amplias extensiones de prado verde donde pastan las vacas, mientras en el interior, el bienestar animal se ha cuidado al detalle. Las vacas disponen de «colchonetas» como cama, unas pequeñas tarimas ligeramente elevadas sobre el suelo para el acomodo del animal. Un robot sirve para el ordeño.
Es digno de ver cómo el propio animal, cuando siente la ubre llena, se acerca voluntariamente a la ordeñadora, que funciona las 24 horas del día, para descargar la leche. Esta va a parar directamente y a través de un entramado de tuberías al tanque de frío y de ahí a otro tanque «pulmón» anterior a la pasteurizadora. Será precisamente este recipiente, de 280 litros de capacidad, con la leche ya pasteurizada, el que se coloque en el dispensador listo para que el consumidor obtenga el alimento. La máquina dispone de botellas de un litro, aunque cada usuario puede llevar su recipiente con la capacidad que desee. En principio se ha establecido el precio de un euro por litro.
El dispositivo está listo para entrar en funcionamiento, en cuanto tenga todos los permisos, incluidos los exigentes requisitos sanitarios. De hecho la idea, nacida en Italia hace cinco años, se inició en ese país con leche cruda, pero en España no se puede hacer así, ya que se exige la venta la leche pasterizada
Los promotores entienden que esta fórmula puede tener éxito en una sociedad que cada vez exige productos de mayor calidad y más naturales, pero que tiene estilos de vida urbanos, con poco acceso directo al productor. Digno de encomio es también el esfuerzo de unos ganaderos que en tiempos de crisis han apostado con fuerza por la innovación y la calidad, arriesgando, por cierto, una inversión importante.