González del Yerro: “ZP es analfabeto: no sabe qué es la Memoria Histórica”
18-07-2011 | 1
Cree que “la guerra era inevitable” y la Transición “necesaria”. Herido tres veces, fue héroe de la batalla del Ebro y de la División Azul, donde combatió en Krasny Bor.
Alfonso Basallo.
El 18 de julio le pilló de vacaciones en San Rafael. Era un cadete de 20 años. El único que queda vivo que ha llegado a capitán general. Medalla al mérito militar, herido tres veces, héroe de la División Azul en Leningrado, cree que “la guerra era inevitable”, y la Transición “necesaria”. Trató de convencer a su amigo y colega Milans del Bosch de que diera marcha atrás el 23-F.
“La guerra era inevitable. O al menos esa era la sensación que se respiraba desde meses antes”, afirma el teniente general Jesús González del Yerro (Burgos, 1916). Y da dos datos del clima de anarquía y dejación de sus responsabilidades del Gobierno de la República. “Los cadetes dormíamos vestidos y armados”; “un monje benedictino venía a dormir todas las noches a casa de mis padres, porque en su convento no estaba seguro”.
Estamos hablando de las semanas previas al 18 de julio. Jesús llevaba sólo unos meses en la Academia, después de hacer el primer curso de Exactas, y, cuando se quiso dar cuenta, recibió el bautismo de sangre. La guerra comenzó el 18 de julio y a principios de agosto fue herido en un brazo por una esquirla de un bombardeo. Después, como él dice, hizo “la Academia en el frente”.
Fue herido dos veces más, una de ellas al ser atravesado su vientre por un balazo. Combatió en la Legión y recibió la medalla militar por su audaz actuación en el paso del Ebro por Quinto. Trataban de tomar una posición, en la otra orilla, y los republicanos mataron al capitán, de forma que el joven teniente le sustituyó al frente de la compañía y logró batir al enemigo.
Al acabar la guerra luchó en Rusia con la División Azul, distinguiéndose en la batalla de Krasny Bor, la más espectacular actuación de los expedicionarios españoles. David contra Goliat en los arrabales de Leningrado: sólo 6000 hombres frente a 44.000 infantes soviéticos. Los españoles tuvieron cerca de 4.000 bajas, pero lograron frenar el avance de los rusos. “Era el 1o de febrero de 1943”. ¿Nunca habrá vuelto a pasar tanto frío como entonces? Le preguntamos. “Tampoco pasé tanto. Soy de Burgos”.
“Con la perspectiva de los años, veo necesaria la guerra, tal como estaban las cosas, pero también veo necesario el esfuerzo de los españoles por superar aquello con la Transición”, apostilla.
González del Yerro era capitán general de Canarias cuando la intentona del 23-F y trató de convencer a su amigo y colega Jaime Milans del Bosch, capitán general de Valencia, de que depusiera su actitud. “Se equivocó. Teníamos buena relación, era sólo un año mayor que yo, y por eso quise convencerlo”. Monárquico a machamartillo, González del Yerro, se mantuvo en contacto telefónico diario esas horas con el Rey. Meses después, sonó su nombre para presidir la Junta de Jefes de Estado Mayor.
18-07-2011 | 1
Cree que “la guerra era inevitable” y la Transición “necesaria”. Herido tres veces, fue héroe de la batalla del Ebro y de la División Azul, donde combatió en Krasny Bor.
Alfonso Basallo.
El 18 de julio le pilló de vacaciones en San Rafael. Era un cadete de 20 años. El único que queda vivo que ha llegado a capitán general. Medalla al mérito militar, herido tres veces, héroe de la División Azul en Leningrado, cree que “la guerra era inevitable”, y la Transición “necesaria”. Trató de convencer a su amigo y colega Milans del Bosch de que diera marcha atrás el 23-F.
“La guerra era inevitable. O al menos esa era la sensación que se respiraba desde meses antes”, afirma el teniente general Jesús González del Yerro (Burgos, 1916). Y da dos datos del clima de anarquía y dejación de sus responsabilidades del Gobierno de la República. “Los cadetes dormíamos vestidos y armados”; “un monje benedictino venía a dormir todas las noches a casa de mis padres, porque en su convento no estaba seguro”.
Estamos hablando de las semanas previas al 18 de julio. Jesús llevaba sólo unos meses en la Academia, después de hacer el primer curso de Exactas, y, cuando se quiso dar cuenta, recibió el bautismo de sangre. La guerra comenzó el 18 de julio y a principios de agosto fue herido en un brazo por una esquirla de un bombardeo. Después, como él dice, hizo “la Academia en el frente”.
Fue herido dos veces más, una de ellas al ser atravesado su vientre por un balazo. Combatió en la Legión y recibió la medalla militar por su audaz actuación en el paso del Ebro por Quinto. Trataban de tomar una posición, en la otra orilla, y los republicanos mataron al capitán, de forma que el joven teniente le sustituyó al frente de la compañía y logró batir al enemigo.
Al acabar la guerra luchó en Rusia con la División Azul, distinguiéndose en la batalla de Krasny Bor, la más espectacular actuación de los expedicionarios españoles. David contra Goliat en los arrabales de Leningrado: sólo 6000 hombres frente a 44.000 infantes soviéticos. Los españoles tuvieron cerca de 4.000 bajas, pero lograron frenar el avance de los rusos. “Era el 1o de febrero de 1943”. ¿Nunca habrá vuelto a pasar tanto frío como entonces? Le preguntamos. “Tampoco pasé tanto. Soy de Burgos”.
“Con la perspectiva de los años, veo necesaria la guerra, tal como estaban las cosas, pero también veo necesario el esfuerzo de los españoles por superar aquello con la Transición”, apostilla.
González del Yerro era capitán general de Canarias cuando la intentona del 23-F y trató de convencer a su amigo y colega Jaime Milans del Bosch, capitán general de Valencia, de que depusiera su actitud. “Se equivocó. Teníamos buena relación, era sólo un año mayor que yo, y por eso quise convencerlo”. Monárquico a machamartillo, González del Yerro, se mantuvo en contacto telefónico diario esas horas con el Rey. Meses después, sonó su nombre para presidir la Junta de Jefes de Estado Mayor.