Pueblo enormemente bello, y rodeado de una
naturaleza espléndida, estará asociado durante muchos años al gran desastre de la rotura de la presa de Vega de Tera en 1959. La avalancha de
agua que sorprendió a sus vecinos se cobró numerosas vidas. Allí aún se pueden recoger testimonios del gran desastre, del cual se libraron las
casas altas, subidas sobre rocoso altozano. En los emplazamientos de las otras desoladas, unas
cruces recuerdan la memoria de las gentes desaparecidas.