En Toro por aquellas épocas, a los que aquí residíamos nos llamaban los de los padres. ¿De quién se creerían que íbamos a ser?
Esta fue mi casa durante siete largos cursos. ¿Largos cursos? Ahora que han pasado treinta años, me parece que fueron cuatro días.
Recuerdo la cantidad de vueltas que di a este patio como castigo, las noches de niebla y frio desde las diez de la noche hasta las doce, o cuando “al Taboada” (el mayor de los hermanos, pues el otro era un bendito) se le ablandaba el corazón si es que lo tenía, que muchas veces lo dudo. ¡Qué frio pudimos pasar en este caserón!
Cuando nos íbamos de vacaciones en Navidad, había que dejar las ventanas abiertas y las camas hechas con las sabanas sucias, pues se cambiaban cada tres o cuatro semanas. Al volver el siete de enero, parecía que la niebla se hubiese metido dentro, humedad y frio sobre todo si tenías la mala suerte de que te había tocado el dormitorio tres o el cuatro. Aunque no se trataba de un seminario, aquello parecía un convento de cartujos. ¡Qué frio! Y eso que veníamos de la montaña de León y Palencia. Yo creo que alguna noche se empañaban los cristales por fuera
Esta fue mi casa durante siete largos cursos. ¿Largos cursos? Ahora que han pasado treinta años, me parece que fueron cuatro días.
Recuerdo la cantidad de vueltas que di a este patio como castigo, las noches de niebla y frio desde las diez de la noche hasta las doce, o cuando “al Taboada” (el mayor de los hermanos, pues el otro era un bendito) se le ablandaba el corazón si es que lo tenía, que muchas veces lo dudo. ¡Qué frio pudimos pasar en este caserón!
Cuando nos íbamos de vacaciones en Navidad, había que dejar las ventanas abiertas y las camas hechas con las sabanas sucias, pues se cambiaban cada tres o cuatro semanas. Al volver el siete de enero, parecía que la niebla se hubiese metido dentro, humedad y frio sobre todo si tenías la mala suerte de que te había tocado el dormitorio tres o el cuatro. Aunque no se trataba de un seminario, aquello parecía un convento de cartujos. ¡Qué frio! Y eso que veníamos de la montaña de León y Palencia. Yo creo que alguna noche se empañaban los cristales por fuera
Te refieres a los Escolapios? ¡Qué tiempos! Un saludo