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VEGA DEL CASTILLO: Útiles añejos...

Útiles añejos
El Museo de la Madera de Vega del Castillo reúne centenares de objetos de la vida y de la cultura popular


Carbajo muestra los objetos reunidos en el museo.
Foto A. S.
MULTIMEDIA
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ARACELI SAAVEDRA Luis Carbajo ha recopilado durante tres décadas cientos de objetos que marcaron una época y una forma de vida en pequeños pueblos de la comarca carballesa como su Vega del Castillo natal. El Museo de la Madera atesora esos objetos cotidianos, que por un golpe de fortuna no terminaron en la lumbre o en el basurero, y que ahora cualquier visitante puede contemplar. Luis Carbajo es una personas dispuesta a dejar sus tareas y entretenimiento en el huerto familiar para abrir las puertas de la pequeña estancia. El Museo está ubicado en una pequeña edificación céntrica del pueblo. El promotor de la idea reconoce que el espacio se ha quedado pequeño y que necesitaría al menos «cuatro veces más de espacio» para exponer la colección de objetos «como a mí me gustaría que se viera».

El singular fondo comenzó a reunirse poco a poco. «Iba recuperando objetos: unas cosas las compraba y otras me las regalaban» explica este maestro del oficio artesano de la madera.

Entre los objeto con más apego se decanta por el «llumbreiro», un sencillo palo porque «cuando no había ni aceite ni petróleo para los candiles, encendías esto y veías».

Taxista jubilado, le da valor «a todo y a nada». En Vega es difícil despegarse de las tradiciones y costumbres populares, al menos en su caso que vivió de cerca el mundo del campo y los trabajos de carpintería de su padre, que le adiestraba en el arte de la madera porque siempre le tenía que ayudar, con el tronzador, la sierra, la gubia.

Hace medio siglo había en el pueblo más de un centenar de mozos y mozas. Tenían la buena costumbre de que cada vez que hacía alguna excursión se acompañaban de gaitero y fotógrafo. Los retratos de esas excursiones se conservan a la vista de los modernos viajeros. Recuerdan en Vega con especial cariño las excursiones que «se hacían en bicicleta hasta el Lago de Sanabria. Cada mozo, además de llevar su bici, llevaba una moza del pueblo y la merienda». Otro de los recorridos que recuerda era la subida, en el buen tiempo, hasta la Laguna de Truchas, en León. El camino era de 6 horas a pie y en subida. Y hasta allí subían una vez más el fotógrafo y el gaitero. Los mozos se entretenían con la puesta en escena de las comedias». El teatro siempre acompañó en sus diversiones a muchachos, pastores y zagales.

Varias fotografías de gran tamaños permiten dar un salto atrás en el tiempo. Vega del Castillo es ahora irreconocible. El pueblo asentado en la falda de la montañas guardaba la homogeneidad de cumbres, piedras y alturas. Solo la iglesia erguía su volumen por encima de las modestas viviendas, pajares y cuadras. Los medres eran parte sobresaliente del paisaje, junto con los prados y las huertas alrededor del pueblo. Ahora el entorno, e incluso el centro del pueblo, está poblado de arbolado. Los linares y los trabajos del lino rememoran una época donde las telas se confeccionaban con lino y en casa.

Entre los objetos que más se reparaban estaban los arados, recuerda este gaitero hijo de carpintero, había que dejar la labor «y presentarse en casa del carpintero». La mecanización dejó en el camino los mánales del pueblo, para majar el cereal. Una colección de estos artilugios sencillos se guarda en el museo: dos palos y una correa de cuero. Una par de palillos del tambor, muy gruesos, sin duda eran los mejores instrumentos para el tamborilero que los fabricó de forma muy rudimentaria y que Luis sostiene entre sus manos.

Dice la madera del tejo «si me haces gaita seguiré siendo tejo». Esa es otra de las grandes pasiones de este nieto de gaiteros. Su abuelo Félix Carbajo fue un afamado gaitero de la comarca que conservó el repertorio musical más antiguo de la Carballeda. De su abuelo conserva un repertorio abundante e inaudito, que merece la pena recuperar, como así se propone este vecino de Vega. El «baile de las cuatro caras» figura entre esas singular herencia familiar. Este museo de la madera recuerda precisamente la relación del carpintero, el gaitero y el tambor.

A su abuelo no le gustaba cómo tocaba su nieto Luis, más influenciado por los gaiteros asturianos. Como el propio Luis dice afortunadamente ha ido perdiendo esas influencias para profundizar en las raíces de la tierra. Las mejores citas de gaiteros se celebraban, e incluso se celebran, para festejar las romerías más importantes: la Alcobilla, La peregrina, Los Remedios, La Carballeda.