Soy una marbana que quiere mucho a su
pueblo y intenté inculcar en mis hijos ese aprecio por el pueblo y de pequeños, cuando llegábamos con el
coche al muro, exactamente a ese punto, ellos decian
felices: !mamá, ya huele a pueblo! y es que los
pueblos tienen un entrañable olor que queda en el recuerdo para siempre.