VILLAFAFILA: MIRIAM SOTO Villafáfila...

MIRIAM SOTO Villafáfila
Gerardo Rodríguez llega a los cien años conservando el ánimo y su buena memoria, para envidia de los familiares y amigos con los que hoy celebra su aniversario. «Yo me acuerdo hasta de lo que no ha pasado», presume. Lo confirma su sobrina, Victoria Calzada, que asegura que Gerardo «se acuerda de todo y tiene mucha vitalidad», aunque reconoce que piensa en «que ya cumple cien años».
Gerardo Rodríguez, oriundo de Otero de Sariegos y residente en Villafáfila, fue guardia civil en los años 40, una época difícil y muy violenta. «En aquellos tiempos teníamos que hacer frente a los maquis que andaban huidos en la sierra. Cuando fui concentrado a Porto fui porque los rojos habían matado a cuatro guardias civiles, que iban escoltando a los romeros en su camino al mercado del Puente».
Apegado a su tierra, se instaló en Villafáfila, donde vivía su mujer, hace sesenta años. En 1949 dejó la Guardia Civil para dedicarse a la agricultura. «Me fui porque en el pueblo tenía tierras que me podían mantener y pensé: "buena gana de estar aquí pasándolo mal"».
Gerardo se considera agricultor antes que guardia civil, ya que a la agricultura dedicó gran parte de su vida. «Mi profesión podría decirse que es la agricultura. Me gustaba más el campo que la guardia civil. En el campo eres más libre, haces lo que quieres, y en la guardia civil te la ganas cuando menos te la esperas».
Destinado en varias localidades de la provincia, recuerda especialmente su estancia en Sanabria. «Íbamos concentrados allí a Porto con una sábana de lino que no había quien durmiera, llenas de pulgas. Y teníamos que dormir en los pajares. Del destacamento dormíamos cuatro guardias, y alrededor había otros cuatro vigilando, porque temíamos que nos fueran a atacar».
Para Gerardo la vida ha cambiado «completamente». Un guardia civil tenía entonces más autoridad «que la que tiene hoy un coronel. Ibas a los pueblos y cuando llegaba la pareja de la guardia civil era como que allí llegara el rey. Ahora eso no pasa, no se tiene tanto respeto», afirma.
«Una vida de cien años es una vida muy larga, y han pasado muchas cosas», recuerda Gerardo. Antes de entrar en la Benemérita, Rodríguez fue sargento del ejército sublevado durante la Guerra Civil. «Estuve en el frente de Guadalajara, en el sector de Las Inviernas», después hizo los cursillos de sargento y eligió destino en el regimiento Pavia número 7, en Algeciras.
«Anduve por el sur: Córdoba, Málaga... Los pueblos andaluces me gustaban más que los de Zamora, pero la gente no. Eran muy maleducados. Les escuchaba hablar y pensaba que si en mi tierra alguno dijera "me cago en tus muertos" o "me cago en la madre que te parió", el tortazo lo lleva encima».
Gerardo añora otros tiempos, en los que en su pueblo, como en casi todos los pueblos zamoranos, vivía más gente y había más ambiente. «Antes se vivía muy bien en los pueblos. Ahora se vive peor porque no hay gente».
Recuerda la fiesta de San Roque de Villafáfila, que según él era «la más divertida de toda la provincia. Ahora ni parecido, las fiestas ya no me gustan. Entonces teníamos una corrida de seis toros por el campo todos los días de las fiestas, y la música se podía bailar».
Gerardo lee el periódico todos los días, «aunque ya solo los titulares», y está al día de la actualidad política. «Yo no sé sí lo hacen mejor unos u otros, pero Zapatero es un chanchullero, dice una cosa y luego hace la contraria».
Rodríguez recuerda que una vez fuera de la Guardia Civil fue secretario de la Hermandad de Labradores de Villafáfila durante 23 años, hasta que se jubiló. «A unos les gustaba y a otros no, pero siempre me preocupé por los agricultores y los vecinos del pueblo».
Y sus vecinos celebran con él su centenario este fin de semana. Ayer viernes, día de su cumpleaños, a la casa de Gerardo acudían constantemente a hacerle compañía y felicitarle en una fecha tan especial.
Hoy lo conmemora con una misa y una comida en el mesón del pueblo. A la celebración asistirán sus sobrinos y algunos amigos y vecinos. Entre ellos estará el pequeño Daniel, de solo cuatro meses, y sobrino-biznieto de Gerardo.
El Ayuntamiento le ha obsequiado con un ramo de flores por su centenario, como «homenaje del Consistorio y los vecinos de Villafáfila».