VILLALPANDO: Villalpando, cuna del Dogma de la Purísima...

Villalpando, cuna del Dogma de la Purísima
Trece pueblos de la Tierra de Campos de Zamora hacían historia en 1466 suscribiendo el primer voto a la Inmaculada Concepción. Cuatro siglos después, el 8 de diciembre de 1854, el beato Pío IX la proclamaba como Dogma de Fe
Ana Pedrero Ana Pedrero9 de diciembre de 20220 3 minutos de lectura
Mural de Antonio Pedrero. Foto cedida por Ana Pedrero
Ocurría en Villalpando, la Tierra de Campos zamorana. El 1 de noviembre de 1466, trece pueblos se reunían en la iglesia de San Nicolás de Bari para realizar el primer voto a la Inmaculada Concepción del mundo, cuatro siglos antes de la promulgación del Dogma de la Inmaculada por Pío IX.

Trece pueblos que pertenecían al señorío de los condestables de Castilla avalan el Voto: Villalpando, Quintanilla del Monte, Cotanes del Monte, Villamayor de Campos, Tapioles, Cañizo, Villar de Fallaves, Villardiga, Prado, Quintanilla del Olmo, San Martín de Valderaduey, Villanueva del Campo y Cerecinos de Campos.

En la iglesia de San Nicolás, escenario de aquel voto histórico, un mural del pintor Antonio Pedrero de casi cuatro metros de altura recuerda el episodio que escribió una página en el devenir de la cristiandad. Los representantes de los trece pueblos hacen profesión de fe en torno a la imagen de la Inmaculada, de la escuela de Gregorio Fernández -la talla original no se conserva-, mientras el pueblo permanece apiñado a los pies de la Virgen y reza.

Tradición desde el siglo XII

El voto de Villalpando se efectúa 31 años antes del que emite la Universidad de la Sorbona de París y diez años antes de que el papa Sixto IV publique la primera bula en pro de la Inmaculada, con la discusión entre los teólogos en llamas. Ya entonces en Villalpando era una «tradición antigua», pues consta de forma documental que en el siglo XII se honraba a la Purísima en esta parte de la Tierra de Campos Góticos, donde Zamora se abraza con Valladolid y Palencia en una inmensa marea de cereal y adobe.

Tierra de surcos y palomares, de espigas y suaves lomas donde Villalpando emerge entre los restos de su muralla y su Alcázar. La villa, hoy parte de esa España Vaciada, era en 1466 una población relevante con voto propio en Cortes. De su prosperidad habla que en el siglo XII contaba con diez parroquias, dos conventos y varias ermitas, así como cinco hospitales en el siglo XIV.

Este voto original, refrendado a lo largo de los siglos en cinco ocasiones, culminaba en 1954 con la coronación canónica de la Purísima de Villalpando, que la tiene por Patrona y celebra con solemnidad su fiesta cada 8 de diciembre.

Trece pueblos terracampinos hacían historia en 1466 al ratificar la expresión de la fe en la Inmaculada Concepción. Cuatro siglos después, el 8 de diciembre de 1854, el beato Pío IX la proclamaba como Dogma de Fe en su bula Ineffabilis Deus, que afirma que la Virgen María «fue preservada inmune de toda mancha de culpa original, en el primer instante de su concepción, por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Jesucristo, salvador del género humano».

Aunque desconocido para muchos, incluso para los propios zamoranos, el Voto de Villalpando ha sido reconocido por estudiosos y teólogos. El Congreso Mariano Internacional de 1908 ratificaba que los trece pueblos zamoranos fueron los primeros que proclamaron explícitamente y de forma solemne este misterio mariano, juramentando que defenderían «a costa de su sangre y de sus vidas» que la Virgen María fue concebida sin mancha y permaneció Virgen e Inmaculada «antes, en y después» del nacimiento de su Hijo.

En reconocimiento a la contribución de la zamorana Tierra de Campos al triunfo del dogma de la Purísima Concepción, el Papa Pío IX decidió colocar el monumento a la Inmaculada en la Plaza de España de Roma, junto a la Embajada de España, donde cada 8 de diciembre se celebra una recepción.

Y en la provincia de Zamora, en la Tierra de Campos, en un mundo rural despoblado que languidece, trece pueblos terracampinos mantienen vivo el orgullo de haber sido los primeros en reconocer a María como Madre llena de gracia. Es la Tierra de la Purísima.