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VILLARDECIERVOS: «Planté muchos pinos en La Culebra»...

«Planté muchos pinos en La Culebra»

Benedicta López Vega, que conoció «los duros oficios de los hombres», cumple 102 años en la residencia de Villardeciervos, arropada por familiares y amigos
10.05.2014 | 09:26

Benedicta López Vega recibe un ramo de flores en la celebración de sus 102 años en la residencia Sagrada Familia.
Benedicta López Vega recibe un ramo de flores en la celebración de sus 102 años en la residencia Sagrada Familia. Foto A. S.

ARACELI SAAVEDRA Benedicta López Vega cumplió el miércoles 102 años, con gran felicidad. Nació el 7 de mayo de 1912 en Val de Santa María, en el seno de una familia numerosa. Es una mujer muy conocida porque se crió en la famosa venta de Cayetano, situada al pie de la carretera que comunica del noroeste de la provincia con la capital zamorana. Benedicta disfrutó hasta hace nada y menos de situarse a la puerta de casa, atenta al tráfico, aunque su actividad le impulsaba a estar de continuo en los quehaceres de la huerta o de la casa. Desde hace unos meses es residente en el centro para la Tercera Edad de la Sagrada Familia, de Villardeciervos. Rodeada de su familia, residentes y trabajadores del centro, festejó su aniversario en un acto entrañable y cálido. Su hija Claudina y varios de sus sobrinos acompañaron a Benedicta tan memorable día.

Sus manos y su rostro son el reflejo de una larga vida dedicada a los trabajos más duros del campo carballés, relegados a los hombres, pero que a ella le tocó realizar sin miramientos. Sus padres, Simona y Cayetano, tuvieron siete hijos, pero la emigración y la necesidad llamó a los varones, mientras las mujeres se quedaban en la casa atendiendo prados y tierras, además del ganado y la venta. Las mujeres hacían el trabajo de los hombres desde la más tierna infancia. «Yo era un cascabel y ya estaba trabajando» dice la centenaria. De su padre tiene pocos recuerdos porque siempre estaba fuera. «Trabajé como una mula. Iba a arar. No sé leer ni escribir, solo sé trabajar y atender las cosas» expresa. De su madre recuerda que además de trabajar mucho crió al pecho a un niño del pueblo que se quedó sin madre.

El trabajo más pesado era ir a recoger leña. «Me mandaban a por leña. Me subía en el carro, tirado por la pareja de vacas, y a cargar. A las vacas le decía "quietas bonitas" y se estaban quietas mientras yo me subía. Llenaba el carro y ni se movían. Nunca me tiraron. Las vacas eran buenas. Como el toro». Esta mujer trabajadora le tenía mucho respeto al carro. Hace mención a que, en una ocasión, su madre Simona sufrió un accidente al caerse del carro. Fue una mujer de nervio, que todavía lo lleva dentro.

Bajaba al mercado de vacas de Benavente a vender el grano y recoger mercancías «para el comercio de Villardeciervos y para la venta». Viajó a por mercancías con el carro incluso hasta Zamora. Fue empleada del panadero de Villanueva de Valrojo y viajaban cada uno con un carro hasta Campos para comprar la harina, en sacos, que le tocaba manejar. Su madre atendía la venta por la que pasaban sanabreses y gallegos que iban a vender manzanas y castañas a Zamora, y regresaban con vino. Los gallegos traían muchas veces bacalao y congrio seco.

Recuerda de joven a la familia de tía Aurora, en Villardeciervos, hermana de su madre. «La mitad de Villardeciervos era familia, pero yo dormía en su casa y estaba como si fuera la mía. Trabajaba mucho barriendo y me quería mucho porque era pequeña pero hacía las cosas bien. Una familia muy buena».

Otra etapa dura de su vida fue cuando trabajó en la plantación de pinos en la Sierra de la Culebra. Iba andando desde casa a Villardeciervos y de ahí, también a pie, al lugar que tocara plantar. «Yo planté muchos pinos y a los hombres no les gustaba porque trabajaba mejor que ellos». En las décadas de los cincuenta y los sesenta, cuando se comenzaba a repoblar de planta, los hoyos se hacían a pico y pala. «Nos pagaban de jornal quince pesetas, pero trabajábamos todo el día. La comida la llevábamos de casa».

Recuerda a otro centenario del pueblo, «mi primo Francisco, el herrero. El gaitero de Val de Santa María. Todos somos de casa. ¡Menudo gaitero! Tocaba bien, animaba el baile». Alguna vez iba como el resto de las jóvenes al baile en Villanueva o Villardeciervos si la fatiga del trabajo no le pesaba. A veces le dejaban ir a ver los Carnavales de Villanueva».

Esta centenario mujer ha visto construir el trazado del tren del AVE a escasos metros de su casa,«pero nunca me he montado en tren». Dice que les ha cogido alguna finca en el Castello « ¡Pero qué pagadores! ¡Han cobrado todos los propietarios! ¡Han llevado fincas y huertas pero las han pagado!» exclama. Del lugar en el que nació dice con orgullo que «Val de Santa María es un pueblo importante». Benedicta es una mujer amable, atenta y muy agradecida. Sus compañeros de residencia le regalaron un detalle y un ramo de flores en recuerdo de estos 102 años.