Villardiegua de la Ribera, encaramada sobre los Arribes contempla desde Peña Redonda, el lento discurrir de las
aguas. En ese lugar los vettones apacentaron sus rebaños y tallaron ídolos que los protegieran o les proporcionasen seguridad en su lucha por la subsistencia. Así, con la
roca sagrada fue tallada la "mula", particular verraco que en los últimos siglos abandonó el poblado antiguo y sus
altares para verse instalada en el
pueblo nuevo, a la vera del templo.
El casco urbano del pueblo es además un auténtico
museo porque entre las bien labradas
piedras graníticas de sus muros, se pueden descubrir lápidas
romanas, ídolos prerromanos, cabezas de verraco, inscripciones...
En la misma Villardiegua se puede disfrutar de una interesante
arquitectura popular en la que destacan las
casas de labradores organizadas en torno a un
corral al que se accede por una portalada de
piedra labrada, auténtica obra megalítica por el tamaño de sus elementos. Es especialmente interesante el pequeño
barrio llamado de las Quintanas.
Entre la arquitectura más noble, destaca el templo parroquial levantado en los siglos XVII-XVIII. Su
edificio, proporcionado aunque sencillo, está ejecutado con sillares de buena factura. Una airosa
espadaña con dos cuerpos separados por una cornisa aparece coronada por un
frontón sobre el que la ubicua
cigüeña ha colocado su no menos
monumental nido. (Expresado por el propietario de la
POSADA REAL MULA DE LOS ARRIBES)