OFERTA LUZ: 5 Cts/kWh

BARCELONA: Esto de la memoria selectiva tiene su intrígulis. No...

Buenas tardes Salud.
Gracias por esas letras que me dedicas en tu anterior mensaje y por darme la oportunidad de conocerte un poc más y aprender cosas nuevas.
¡Pues claro qué no todos son recuerdos buenos, pero ahí está la memoria selectiva para hacerlos casi desaparecer por completo!

Siempre que me han recomendado un libro he procurado leerlo así que, haré lo mismo con el que me recomendaste tú.
Os seguiré leyendo allá donde os encuentre. Me gusta vuestra forma de "decir" las cosas por Almendral.

Saludos Salud, y buenas tardes. Milagros

Esto de la memoria selectiva tiene su intrígulis. No todas las personas funcionan lo mismo a la hora de almacenar en su cocotera las cosas que ha vivido o no le han dejado vivir, por la sencilla razón que, al ser elementos únicos que no han sido fabricados en una cadena de montaje como un ordenador cualquiera, es raro que guarden los datos de la misma manera mecánica. Además, está mas cerca de los sentimientos relacionados con las sensaciones que se sienten a la hora de ser testigo o actor de un hecho o vivencia. Digo yo, porque, no a todo el mundo se le suben los colores por las mismas cosas. Lo que a unos le produce disgusto sólo de pensarlo, para otros es una fuerte intensa de placer. Un simple olor, es percibido de manera diferente por unos u otros y le produce emociones contrapuestas.

Así, recia moza, podríamos seguir dale que te pego hasta que un monillo recién traído de la selva virgen en la que ha vivido hasta ser capturado, aprendiera a hablar en ruso, vascuence o, suajili, pero será mejor que lo dejemos roleá para otro día y con más tiempo.

He escrito roleá adrede, porque en Alconchel de la Estrella, nuestra amiga Milagros dice que no ha oído en los últimos tiempos la palabra rulaja, aunque sí rular, lo que es normal, pues en la ciudad de los condes reyes se usa para decir rodar. Y es que esto de ser lenguas derivadas de latín con añadidos autoctónos, te da cada sorpresa..., fíjate, nosotros, al botijo le decimos espiche, a los guisantes albillas, a los frijoles fraijones o fradiños, esta última forma, supongo que se nos pegó del galaico-astur- portugués, como tantas otras que en menor o mayor cantidad usamos casi a diario por los pueblos de las comarcas de Trasmontes, o Tras os Montes, pasado el puerto de Bejar hacia el extremo Sur del Reino de León, o sea, nuestra Extremadura de hoy, el extremo, la frontera, la raya o linde y sin percatarnos. Y ayer me parece, escribí perrola, que es un pedrusco gordo. Y todo esto, antes que Castilla existiera como reino y que Lebrija con su gramática uniformara una miaja todas nuestras diferentes fablas, o hablas.

Pero hablando de fablas, copio y pego de seguidas un cacho del poema escrito por El Tinajero de Guareña, titulado CONSEJOS DEL TÍO PERICO:

Ya ie ije qu'el noviajo s'ha eschangao,
que no quiero yo jarones, que no quiero
ni las jesas, ni las yuntas, ni los miles
mal ganaos por el padre de Nocencio;
qu'el süor que nuestras frentes esparraman
pa ganar el cacho pan que nos comemos
jiede a sangre corrompía si es que güerve
a nusotros del arcón del usurero.

No me jimples, no reguñas; no te casas
con el hijo del tío Bruno, no consiento
qu'esta cara tan bonita qu'han bruñío
estos labios con la juerza de sus besos
jasta hacegla reluciente como el oro
de la tarde, cuando el sol se va del cielo,
te s'empringue con el vaho de los süores
ya podríos encerraos en el cuerpo
sin que chupen las esponjas del trebajo
la carroña creminal de su veneno.

Semos probes, hija mía, porque icen
que son probes los que no tienen dinero;
semos probes, semos probes, ¡qué sé yo!,
eso icen de nusotros, icen eso.
Quiero un hombre de rïaños, que te quiera,
quiero un hombre con agallas de los nuestros,
d'esos hombres que dispiertan las gallinas
cuando salen con los burros del cabresto,
y en el campo despabilan las alondras
agachás entre los surcos del barbecho,
qu'esparraman sus chilríos d'amor cuando
viene el sol agateändo por los cerros
y s'ajuyen las neblinas y s'apagan
las estrellas y la luna y los luceros.

Quiero un hombre sin fanfarrias que te iga
los sentires que se jinchan mu p'adrento,
jasta cuando que revientan en paliques
que los ojos arrebuscan en el suelo.

Y ya está, mañana más
Salud.