La saeta. ¡Oh, la saeta, el cantar
al hombre Dios crucificado,
siempre con sangre en las manos,
siempre por desenclavar!
Cantar de un pueblo que espera
que al llegar la primavera
sólo con una escalera
ayudarte a bajar.
Y sanar Tus heridas
y empaparse con Tu paz,
y transmitir Tu mensaje
tantas veces olvidado
hasta hacerlo universal.
¡Oh, la saeta!
Oración de pobre gente
a las que Tú ayudabas y
que aún está conmocionada
por el daño que Te infligieron
quienes aborrecen la paz.
La saeta.
Brutal quejido del alma,
que se eleva a los cielos
desde sencillas gargantas
implorando la piedad
que evite Tus sufrimientos.
¡Cantar de la tierra mía,
que echa flores
al Jesús de la agonía,
y es la fe de mis mayores!
¡Oh, no eres tú mi cantar!
¡No puedo cantar, ni quiero
a ese Jesús del madero,
sino al que anduvo en el mar!
al hombre Dios crucificado,
siempre con sangre en las manos,
siempre por desenclavar!
Cantar de un pueblo que espera
que al llegar la primavera
sólo con una escalera
ayudarte a bajar.
Y sanar Tus heridas
y empaparse con Tu paz,
y transmitir Tu mensaje
tantas veces olvidado
hasta hacerlo universal.
¡Oh, la saeta!
Oración de pobre gente
a las que Tú ayudabas y
que aún está conmocionada
por el daño que Te infligieron
quienes aborrecen la paz.
La saeta.
Brutal quejido del alma,
que se eleva a los cielos
desde sencillas gargantas
implorando la piedad
que evite Tus sufrimientos.
¡Cantar de la tierra mía,
que echa flores
al Jesús de la agonía,
y es la fe de mis mayores!
¡Oh, no eres tú mi cantar!
¡No puedo cantar, ni quiero
a ese Jesús del madero,
sino al que anduvo en el mar!
