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BARCELONA: ¿Y ahora qué, señor fiscal?...

¿Y ahora qué, señor fiscal?
¿No son ellos quienes deben impulsar la causa pública?, ¿no son ellos quienes cuando los guindillas mandan al juez un informe o un atestado, reciben a la misma vez que el una copia exacta? Vamos, una copia. ¿Por qué se quedan callados y no le dicen a su señoría que solicite tal o cual diligencia?, porque el juez dirige, pero el fiscal, si no lo ve claro, como pieza fundamental de todo proceso y, sobre todo en el oral será quien ejerza la acusación, debe solicitar a los alguaciles la realización de todas aquellas diligencias que considere necesarias, encaminadas a la obtención de pruebas incriminatorias o no, que conduzcan a esclarecer los hechos que se juzgaran o no. Pero no, esto no son las Américas. Allí, en Yanquilandia, los fiscales están en las comisarías y siguen la investigación y hacen sus imputaciones junto y de acuerdo con los guardias. Así, que si meten la gamba, se acabó la causa y el mangui se va de rositas.

Aquí, el jefe de todos ellos, un conde que no lo es, ha sacado las patas fuera del tiesto y, a lo tonto a lo tonto, ha incriminado a todo un colectivo muchos de cuyos componentes se han jugado y se están jugando los pellejos en estos momentos, (otros no, porque se han cambiado de bando y que, en cuanto sus compañeros se enteren y consigan pruebas contra ellos, tienen plaza asegurada en un hotel de seis estrellas. Pero estos son cuatro gatos mal contados) ¡sí señor, con dos cohojes! Digo los del conde, este señor que aparte de ser político, debe parecerlo y ejercer de tal.

Doctores tiene la iglesia según dicen, y este es un buen momento para que aparezca alguno de ellos y ponga o intente poner los puntos sobre la íes y mandar al paro a quien haya que mandar.
Bueno, eso es lo que pienso yo, pero a mi no me hagas mucho caso, porque no frecuento los oscuros vericuetos de los pasos perdidos, no obstante, como duendin con derecho a voto, que no a veto, me parece que estoy en mi derecho de opinar del desaguisado en cuestión porque, es admitido ya como verdad de perogruyo, eso que se suele decir de los polillas de toda índole y verderones en general que, cuando alguno resbala del filo de la navaja barbera en el que se mueven y pasa a engrosar el contingente de los malos, “todos son iguales”. Que eso lo diga la gente, pues bueno, puede ser que les falte perspectiva o que arrimen la brasa a su sardina, pero que lo diga un cooondeeeee...., es como para cabrearse, ¿no?
Salud.