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Sobre moscas cojoneras y chinches de cloacas, parece que ya se ha dicho todo, pero no, cada día se descubre una especie que parece nueva. No es que muten, no pueden, es que son así, adaptables a sus circunstancias. Vas andando por tu vida a tu aire, y de golpe, sin saber cómo ni por qué, cataplum, te salen como unas ronchas que se enconan y escuecen. El remedio está al alcance de las manos, agua y jabón, una buena friega y queda uno como nuevo porque, estos bichejos, repelen la luz y la higiene, viven y medran de desechos y siempre con nocturnidad y alevosía. Meten su aguijón o, su trompa, hocico o lo que tengan, en todo sitio donde puedan extraer algo.
Tienen su equivalente evolucionado dentro de los bípedos también. Generalmente, sólo sirven para ir expandiendo malestares. Actúan siempre formando cuadrillas, aunque algunas veces lo hacen por parejas que acaban juntándose con otras de su misma condición y, al final forman un enjambre más o menos nutrido.
Una vez que han colonizado un determinado territorio, impiden o tratan de impedir con todas sus armas, que son ademas de las dichas, la insidia, el rumor, la descalificación, la puñalada trapera, el ninguneo; y otras, que ese sitio se ventile y entre el aire limpio, el agua oxigenada y, sobre todo, los detergentes. No les gusta, lo suyo es la oscuridad, la sombra maloliente, el rumiar bajo cuerda, el yo y el tú, el para ti y el para mi, el nosotros y ya está. Conforman un ecosistema único; principio y fin del mundo, de su mundo podrido, donde si pretendes entrar, tienes que hacerlo convenientemente acorazado.
De todas formas serás repelida mocita recia, expulsada, a no ser, como pasa algunas veces, que te hayas proveído de unos buenos repelentes contra reptiles e insectos venenosos o, que ya estés inmunizada. Sólo en estos casos se estrellan y al final podrás limpiar el charco putrefacto y ponerlo de nuevo en servicio.
Es un ciclo que hay que repetir sistemáticamente, porque siempre hay alguna larva que se escapa
y pone los cimientos de una nueva colonia en el lugar más inesperado. Disponen de un mecanismo genético muy desarrollado, que se ha ido perfeccionando a lo largo de los milenios. Así, que alerta. Siempre alerta con estas plagas.
Salud.
Nota: No sé a cuente de qué viene esto, pero hoy tenía ganas de escribirlo.
Sobre moscas cojoneras y chinches de cloacas, parece que ya se ha dicho todo, pero no, cada día se descubre una especie que parece nueva. No es que muten, no pueden, es que son así, adaptables a sus circunstancias. Vas andando por tu vida a tu aire, y de golpe, sin saber cómo ni por qué, cataplum, te salen como unas ronchas que se enconan y escuecen. El remedio está al alcance de las manos, agua y jabón, una buena friega y queda uno como nuevo porque, estos bichejos, repelen la luz y la higiene, viven y medran de desechos y siempre con nocturnidad y alevosía. Meten su aguijón o, su trompa, hocico o lo que tengan, en todo sitio donde puedan extraer algo.
Tienen su equivalente evolucionado dentro de los bípedos también. Generalmente, sólo sirven para ir expandiendo malestares. Actúan siempre formando cuadrillas, aunque algunas veces lo hacen por parejas que acaban juntándose con otras de su misma condición y, al final forman un enjambre más o menos nutrido.
Una vez que han colonizado un determinado territorio, impiden o tratan de impedir con todas sus armas, que son ademas de las dichas, la insidia, el rumor, la descalificación, la puñalada trapera, el ninguneo; y otras, que ese sitio se ventile y entre el aire limpio, el agua oxigenada y, sobre todo, los detergentes. No les gusta, lo suyo es la oscuridad, la sombra maloliente, el rumiar bajo cuerda, el yo y el tú, el para ti y el para mi, el nosotros y ya está. Conforman un ecosistema único; principio y fin del mundo, de su mundo podrido, donde si pretendes entrar, tienes que hacerlo convenientemente acorazado.
De todas formas serás repelida mocita recia, expulsada, a no ser, como pasa algunas veces, que te hayas proveído de unos buenos repelentes contra reptiles e insectos venenosos o, que ya estés inmunizada. Sólo en estos casos se estrellan y al final podrás limpiar el charco putrefacto y ponerlo de nuevo en servicio.
Es un ciclo que hay que repetir sistemáticamente, porque siempre hay alguna larva que se escapa
y pone los cimientos de una nueva colonia en el lugar más inesperado. Disponen de un mecanismo genético muy desarrollado, que se ha ido perfeccionando a lo largo de los milenios. Así, que alerta. Siempre alerta con estas plagas.
Salud.
Nota: No sé a cuente de qué viene esto, pero hoy tenía ganas de escribirlo.
