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A diferencia de otros Cuerpos que carecen de alma propia o que tienen tantas como facciones litiguen en su interior para alcanzar la hegemonía en el mismo o escalar posiciones en la pirámide, hay uno que está en todas las Españas desde ya hace mucho tiempo que sí, que tiene las dos cosas, cuerpo y alma única. Está pegado al terreno y forma parte de el y de la sociedad donde se halle incardinado, esté esta formada por mil cuatrocientos seres humanos, por veinte o por cuarenta y cinco millones, sea el terreno montañoso o llano, árido o frondoso. Es igual, forma parte del paisaje y del paisanaje y es una referencia de lealtad permanente. A pesar, claro está, de que en todas partes se cuezan habas y es natural, porque así somos las personas, mitad ángeles, mitad demonios.
A sus miembros, porque están insertos dentro de esa sociedad y en cada una de sus partes, con sus controversias y circunstancias, algunas veces los han manipulado ciertos intereses de grupos, pero no es tan fácil y como Cuerpo, nunca en su totalidad, pues siempre ha habido partes del mismo que se han rebelado contra la posible infección y, antes o después, han desarrollado las suficientes defensas para combatir los virus invasores.
Del mismo, se han dicho muchas cosas, buenas y malas, según las gafas. En el pórtico de sus casas, hay una leyenda de todos conocidas, pero no es patriotera, porque tanto en lo individual como en lo colectivo, han demostrado más de una vez que es auténtica, mueren algunos, si, pero no cejan, cae uno y su puesto lo ocupa otro con idéntica idea de la maniobra y no abandonan su trabajo ni se van del puesto asignado.
Hoy, más ágiles y modernos que nunca antes, se adaptan a los rápidos cambios de maniobra y modifican el dispositivo en función de las circunstancias, pero permanecen manteniendo la formación.
A sus miembros, los encuentras hasta en la sopa, son el valladar contra el que se estrellan furtivos de toda índole y categoría sin distinción de ideología, credo o clase. Donde están, está España en su totalidad y sus valores y normas de convivencia superiores.
Son quienes llevan la mayor parte del peso en esa lucha oscura que se mantiene desde ya hace cincuenta años en un territorio poblado mayoritariamente por gente corriente y moliente que son buenas personas pero, algunos de cuyos hijos, con los sesos de oveja modorra, son captados por cierta corriente fosca que nunca se identifica como tal, para usarlos como ejecutores adiestrados para ir dejando a su paso un rastro de destrucción y vacío entre una sociedad que se niega a usar la violencia criminal como solución a sus, quizá, legítimas aspiraciones.
Mocita, las fuerzas “foscas” a las que me refería antes, también llevan mucho tiempo empeñadas en una confrontación que, sin duda, le proporciona altísimos réditos económicos, por lo que tampoco cejan, y seguirán alimentando con todos los medios a su alcance, que son muchos, (desde la manipulación de la gente proveyéndolas de ideas y argumentos hasta la inyección de dineros y otros instrumentos) a su punta de lanza, los ejecutores. Esos a los que hay que perseguir y capturar si es posible, para evitar que lleven a término su acciones criminales, pero, sin perder de vista que, el arco y la flecha, no se disparan solos, que alguien tiene que tensar la cuerda y luego soltarla. Que ahí es donde está el verdadero asesino.
En fin..., cuando pase la ola grande, cuando ya algunos hombres de barba cerrada acostumbrados a la tensión y a las más insólitas y desagradables escenas, hayan secado ya sus lágrimas y continúen con su labor callada, puede ser que nosotros, duendes o mortales vulgares, nos olvidemos del momento y de las impresiones que ahora nos embargan, pero la hidra seguirá haciendo de las suyas y los centinelas tendrán que seguir alerta. Alerta siempre.
Salud.
A diferencia de otros Cuerpos que carecen de alma propia o que tienen tantas como facciones litiguen en su interior para alcanzar la hegemonía en el mismo o escalar posiciones en la pirámide, hay uno que está en todas las Españas desde ya hace mucho tiempo que sí, que tiene las dos cosas, cuerpo y alma única. Está pegado al terreno y forma parte de el y de la sociedad donde se halle incardinado, esté esta formada por mil cuatrocientos seres humanos, por veinte o por cuarenta y cinco millones, sea el terreno montañoso o llano, árido o frondoso. Es igual, forma parte del paisaje y del paisanaje y es una referencia de lealtad permanente. A pesar, claro está, de que en todas partes se cuezan habas y es natural, porque así somos las personas, mitad ángeles, mitad demonios.
A sus miembros, porque están insertos dentro de esa sociedad y en cada una de sus partes, con sus controversias y circunstancias, algunas veces los han manipulado ciertos intereses de grupos, pero no es tan fácil y como Cuerpo, nunca en su totalidad, pues siempre ha habido partes del mismo que se han rebelado contra la posible infección y, antes o después, han desarrollado las suficientes defensas para combatir los virus invasores.
Del mismo, se han dicho muchas cosas, buenas y malas, según las gafas. En el pórtico de sus casas, hay una leyenda de todos conocidas, pero no es patriotera, porque tanto en lo individual como en lo colectivo, han demostrado más de una vez que es auténtica, mueren algunos, si, pero no cejan, cae uno y su puesto lo ocupa otro con idéntica idea de la maniobra y no abandonan su trabajo ni se van del puesto asignado.
Hoy, más ágiles y modernos que nunca antes, se adaptan a los rápidos cambios de maniobra y modifican el dispositivo en función de las circunstancias, pero permanecen manteniendo la formación.
A sus miembros, los encuentras hasta en la sopa, son el valladar contra el que se estrellan furtivos de toda índole y categoría sin distinción de ideología, credo o clase. Donde están, está España en su totalidad y sus valores y normas de convivencia superiores.
Son quienes llevan la mayor parte del peso en esa lucha oscura que se mantiene desde ya hace cincuenta años en un territorio poblado mayoritariamente por gente corriente y moliente que son buenas personas pero, algunos de cuyos hijos, con los sesos de oveja modorra, son captados por cierta corriente fosca que nunca se identifica como tal, para usarlos como ejecutores adiestrados para ir dejando a su paso un rastro de destrucción y vacío entre una sociedad que se niega a usar la violencia criminal como solución a sus, quizá, legítimas aspiraciones.
Mocita, las fuerzas “foscas” a las que me refería antes, también llevan mucho tiempo empeñadas en una confrontación que, sin duda, le proporciona altísimos réditos económicos, por lo que tampoco cejan, y seguirán alimentando con todos los medios a su alcance, que son muchos, (desde la manipulación de la gente proveyéndolas de ideas y argumentos hasta la inyección de dineros y otros instrumentos) a su punta de lanza, los ejecutores. Esos a los que hay que perseguir y capturar si es posible, para evitar que lleven a término su acciones criminales, pero, sin perder de vista que, el arco y la flecha, no se disparan solos, que alguien tiene que tensar la cuerda y luego soltarla. Que ahí es donde está el verdadero asesino.
En fin..., cuando pase la ola grande, cuando ya algunos hombres de barba cerrada acostumbrados a la tensión y a las más insólitas y desagradables escenas, hayan secado ya sus lágrimas y continúen con su labor callada, puede ser que nosotros, duendes o mortales vulgares, nos olvidemos del momento y de las impresiones que ahora nos embargan, pero la hidra seguirá haciendo de las suyas y los centinelas tendrán que seguir alerta. Alerta siempre.
Salud.