Claustro
Claustro. Las
columnas descansan sobre una plataforma conocida como podio, separando las galerías del
patio.
Tal vez lo más destacado de todo el conjunto del
monasterio de
San Cugat es su impresionante claustro. Se trata de un claro ejemplo del
arte románico catalán y fue construido en el siglo xii. En el siglo xvi se le añadió un segundo piso y se construyó también el atrio de entrada. En su
jardín se pueden observar los restos de la primera basílica del siglo v y el lugar donde la
tradición dice que se enterró y veneró a san Cucufate.
Con una longitud de más de 30 m, todo el conjunto del claustro es obra del artista Arnau Gatell y de su discípulo Lluís Samaranch. Su planta es casi cuadrada y tiene
arcos de medio punto, apoyados sobre pares de columnas. Cada una de estas columnas está decorada con
capiteles finamente elaborados e influenciados por la
escuela italiana, datables entre las décadas de 1190 y 1200,16 con detalles variados que van desde la representación de animales, escenas bíblicas o incorporación de narraciones de oficios artesanos. Se pueden contar 71 pares de capiteles más uno de 3, porque vieron que si no se les derrumbaría.
Hacia el año 1190 llegó un taller de escultores procedentes de la
catedral de
Gerona, donde habían trabajado durante unos 10 años; por ello, ambos
edificios guardan muchas similitudes en cuanto a los motivos esculpidos de sus capiteles.
Los muros exteriores están recorridos por un friso de arcos ciegos con ménsulas decoradas con cabezas de animales. Este friso recuerda mucho al que hay en el monasterio de San Pedro de Galligans. El piso superior se construyó en el siglo xvi y el friso en el cual se apoyaba el
tejado quedó como un elemento meramente decorativo.