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TIANA: Capítulo 10 Historias de los seminaristas en el Seminario...

Capítulo 10 Historias de los seminaristas en el Seminario Menor:
Entre la clase de tercero y la de bachiller, en el primer piso, dando al claustro, hay un local - no se le puede dar nombre de clase - muy estrecho: Tiene unos cinco metros de largo por apenas uno treinta de ancho. Indagando, Justo no llega a averiguar para qué servía aquel local en los tiempos que era cartuja u hospital, el imponente edificio de la Conrería. O quizá, cuando transformaron todo el primer piso para hacer aulas, existía ya, y lo dejaron para ¿Trastero?
Este año, un grupo de seminaristas de 4º Conspiran alrededor de ese cuartucho, discutiendo de una idea que les parece descabellada, pero que esperan sea aceptada por el Rector. Una delegación ha ido a solicitar permiso del Rector, para habilitar “la ratonera” en redacción, con la intención de publicar un periódico. Bueno: de momento, sólo será una hoja, que con la venia de D. Francisco Javier, se proponen imprimir con sus ocurrencias, para exponerla luego en la cartelera, próxima a esta futura redacción.
Los preliminares discutidos y resueltos, La idea le parece buena al rector, que da un asenso precario: Deberán imprimir artículos de interés general, deberán someter todo lo que escriban a la censura del Doctor que dará o no la autorización de publicar, una vez que esté de acuerdo con el contenido de dichos artículos. Algunos tienen ya ideas. Todos quieren meter baza.
El primer permiso demandado, ha sido para denominar el cuartucho: Alguien hizo observar que además de estrecho, y sin ventana, se torcía a la derecha en forma de “Butifarra” así que a la unanimidad, lo bautizaron con este contundente apelativo. Como es palabra de Catalán, todos los autóctonos del grupo, aceptaron con entusiasmo, sobre todo Hernández Torroja, que dijo:

¬Jo voto per botifarra; que a Tarragona son molt bones.
Llauradó, el erudito ha encontrado en el diccionario Espasa, “Castellamentum” y nos dice que debíamos llamar así el futuro laboratorio. Parece más apropiado en un seminario donde el latín prima. Así que queda adoptada su propuesta y para no disgustar a Torroja, lo llamaremos también botifarra.

Entre todos, han sacado los muebles que no les eran útiles, limpian y colocan los que van a precisar: Una mesa alargada ofrece suficiente sitio para dos personas que redactarán la producción, y queda espacio para la impresora de gelatina, los papeles, una Cámara fotográfica que aporta Bou.
Unas grandes hojas de papel apergaminado y las sillas desparejadas pero en buen estado, son colocadas contra la pared para usarlas a su debido tiempo. En la puerta cuelgan un cartel:
“Se prohíbe la entrada a toda persona ajena a la redacción”

Ni que decir, que todos quieren entrar a ver qué tal es “La redacción”. El tiempo no da para más. La campana toca golpecitos imperiosos, llamando al estudio: Excepto Farrés, todos los del grupo son de 4º curso: Se conciertan, salen camino del estudio, prometiendo traer un dibujo para la portada del periódico.
¬Tiene que ser algo original – dice alguien – Que llame la atención y que esté relacionado con el nombre del periódico.
¬ ¿Cómo una butifarra? – Pregunta Torroja.
¬ ¡Eso! ¡Para que se piensen que es el anuncio de una Xarcutería o de una salchichería!
¬ ¿Y un dibujo con libros y al lado escrito La Prensa de la Conrería?
¬Vosotros haced esas portadas, y escogeremos la que esté mejor inspirada añade Justo, que ya tiene una idea.

Diario de Justo: Sin fecha.
En perspectiva una excursión a Tossa de Mar. Será la de final de curso. E iremos los de 4º y los de 3º. ¡Siempre nos tienen que endilgar a los de tercero! Menos mal que Damián el llorón, me cae bien. Me ha adoptado como protector y en cuanto puede se me arrima. Pero los otros de mi curso me están siempre preguntando si soy su niñero. Me da igual. De momento a D. lo dejan en paz. D. tiene la cabeza muy gorda. Pero es muy guapo y ya llora bastante menos que cuando entró en el Seminario.
Estaba cierto día, jugando al frontón cuando vi al renacuajo (Bueno lo primero que vi fue su cabeza) que tenían arrinconado en el patio de en medio, sus condiscípulos Me pareció verle llorar. Me dio la impresión que se revolvía contra alguno de ellos, y fui a ver qué pasaba. Aunque entre seminarista no hay ni peleas ni disputas, comprobé que lloraba y que se estaban burlando de él. Como soy mayor que ellos, les reñí y les dije que no era digno de unos futuros servidores de nuestro Señor, y consolé como pude al renacuajo: Le dije que si se volvían a meter con él, que viniera a pedirme ayuda. Desde entonces en cuanto me ve, se viene conmigo. Lo despido con los de su clase y él se niega a irse. Le digo que van a pensar mal de nosotros y abre unos ojos muy grandes (Tan grandes como su cabeza) y me pregunta: “ ¿Por qué?” Comprendo que es pura y total inocencia y que no debo contestarle a ese “por qué”. Pero me molesta que sea tan pegadizo, me importuna oír a los otros decir... Y me remueve la sangre cuando veo que sus ojos se llenan de lágrimas. Así que me aguanto y lo adjunto a mi sombra. A veces le lío la bronca por ser tan llorón. Y otras veces, me dan ganas de acogerlo y abrazarlo.
Tengo que hablar de esto con mi nuevo confesor. No está bien clara la cosa. Tampoco es que sea marica. Pero no sé si está bien que le tenga tanto apego, ni si es bien casto que me den esos impulsos.

12 de junio: En el estudio:
Ya tenemos autobús desde Blanes a Tossa. A Blanes, iremos con el tren de cercanías estación de Montgat. A medida que se va precisando el viaje de fin de curso, don Pedro nos destila la información con su peculiar modo: Cuentagotas.
Coste 33 pesetas por cabeza (Ignoro si a Damián le van a cobrar algún suplemento; (Se lo dije de broma en el recre, y se me echó a llorar: Es un perfecto merengue) Nuestra cuota parte es de 15 pesetas; El resto lo regala el seminario. Yo estoy preparado, gracias a Dios; ayer, en un envío extra, llegaron tres bolsas con mudas de ropa limpia, entre ellas, la mía. Y dentro, además de un pijama nuevo, una bata que huele todavía a almidón, de rayas gordas como me gustan, muda interior, y un pantalón nuevo también - Me irá bien con la sahariana para el viaje. En un bolsillo del pantalón 25 pesetas. Espero que en Tossa podamos entrar en alguna tienda: Me compraré libretas con espirales y cubiertas espesas. Las que obtenemos aquí en el Seminario, son de papel grisáceo y tienen las tapas de cartón rojizo sin satinado y se nos desmoronan.
Estoy en tratos con el campanero Maturana. Tiene que sacar dinero de donde sea, para pagarse sus estudios y sus artículos escolares, y con lo que le dan por cuidar el huerto de las monjitas, limpiar los patios, y ayudar al Onofre en el mantenimiento de la bomba de agua, no le llega. Yo, sigo dando gracias a Quién se las debo, tengo mi hucha de A. C. En Barcelona, y al P. Jiménez que “provee El Presidente del Centro de Acción Católica de la Santísima Trinidad, entregó a mamá de parte de este santo Jesuita, 860 pesetas. Eso explica la ropa nueva, y las 25 leandras de mis entretelas. Todo eso para decir que si puedo le compro a Sebastián Maturana, una de las dos armónicas que vende: Una es tan pequeñita que cabe en la boca. Pero tiene todas las notas en ex y aspiración. La otra es una Honner diatónica que suena como las flautas de los querubines.