El
monasterio, es el
monumento románico más representativo de la comarca, situado en la parte alta de la villa, es del siglo XII y es de estilo
artístico románico. Su origen se debe a la construcción de la
iglesia de
Santa María. Originariamente, el monasterio tenía forma de
cruz griega, pero tras alargar una de sus naves tiene planta de cruz latina.
La nave central tiene una extensión de 34 metros y la nave lateral de 24, apuntadas y con cuatro
arcos de medio punto en su cruce, y cuenta con cuatro
ábsides de forma cuadrada. En su interior se pueden ver aún los restos de las tumbas de algunos de los abades. La
cúpula, octogonal, sostiene el
campanario cuadrado a 15 metros del suelo, éste tiene dos pisos con
ventanas de
arco simple en el piso inferior y doble en el superior. El campanario, de dos pisos y erguido sobre el cimborrio, da dinamismo al conjunto arquitectónico, el cimborrio se traduce en el interior en una cúpula decorada con una cornisa.
El conde Guifré II conde de Besalú en el siglo X decidió fue el precursor de la construcción en el
valle un monasterio.
Esta iglesia
románica modesta fue el origen del monasterio que se construyó más tarde como consecuencia de la expansión religiosa y cultural de la época, y fue así que en 1169 se construyó el templo de Sant Pere.
Del antiguo cenobio únicamente se ha conservado la iglesia. El
claustro ya era destruido en 1460 y en el siglo XVII, el monasterio estaba en tan mal estado que los monjes y el abad debía residir en
casas particulares.
En 1932 se derribaron los restos del antiguo monasterio que se encontraban en estado de
ruina, esto permitió diseñar unos
jardines que dan carácter a la villa. Poco después se restauró la iglesia que tenía ya pocas características del templo original ya que en el claustro y parte del templo quedaron derruidos por el terremoto de
Cataluña 1428.
Es Bien de Interés Cultural desde el 3 de junio de 1931.