Un
acantilado es un accidente geográfico que consiste en un pendiente o una abrupta vertical. Normalmente se alude a acantilado cuando está sobre la costa, pero también pueden ser considerados como tales los que existen en
montañas, fallas y orillas de los
ríos. Cuando un acantilado costero de forma tabular alcanza grandes dimensiones se le denomina farallón.
Los
acantilados suelen estar compuestos por
rocas resistentes a la erosión y al desgaste por la acción atmosférica, generalmente rocas sedimentarias como la limonita, arenisca, caliza, dolomita, aunque también pueden apreciarse rocas ígneas como el basalto o el granito en estas formaciones.
Un escarpe es un caso particular de acantilado, formada por el movimiento de una falla tectónica o un derrumbe. La mayoría de los acantilados acaban en forma dependiente en su base; en áreas áridas o debajo de grandes acantilados, el talud es generalmente una acumulación de rocas desprendidas, mientras que en áreas de mayor humedad, las rocas del talud quedan cubiertas por un capa de tierra compactada por la humedad, formando un suelo.
Muchos acantilados también presentan
cascadas y
grutas excavadas en la base. A veces los acantilados mueren al final de una cresta, creando estructuras pétreas singulares.