oanna de Riu fué una de esas mujeres acusadas de ser brujas e injustamente torturadas y asesinadas... Joanna fué una de esas mujeres-medicina y muy famosa hierbera de los Pirineos catalanes.
Vivió en la Pobleta de Bellveí, Lleida, y fue una de esas personas que, por su manera distinta de ser, fué acusada de brujería por más de 25 vecinos el 6 del mes de diciembre de 1539.
Se le acusó de envenenar el ganado, los pozos, la comida, de tener muñecos para agujas (que resultaron ser bolitas de cera para hacer candelas), y de las consabidas relaciones carnales con el Diablo, y sobre todo, se acusó a Joanna de un hecho que, fuera cual fuera su naturaleza, tenía algo de real.
El hombre rico del pueblo llevó a Joanna su hijo enfermo, ya que por lo visto Joanna tenía la capacidad de curar enfermos... Desgraciadamente, después de hacer un preparado de hierbas, Joanna procedió a curarlo, pero el chico murió al instante. El padre del muerto, por venganza, la acusó de bruja. Otras acusaciones que surgieron a partir del soborno del acusador, incluyeron el hecho de haber visto a Joanna con un sapo en las rodillas (en Catalunya los sapos están relacionados estrechamente con las brujas), así como la acusación particular de unas vecinas, que la culparon de haber vendido queso fresco envenenado.
Todas esas “pruebas”, por muy negadas que fueran por Joanna, fueron suficientes para llevar a Joanna a horribles sesiones de tortura, y finalmente, el año 1540, ataron a Joanna encima de un banco con los pies descalzos ante una hoguera, que iba quemándole los pies. Joanna confesó todo y más, y por ello fué ahorcada con su abuela, anciana de 90 años, y su gato con ellas, y luego de días, sus cadáveres furon tirados a los páramos para que los quebrantahuesos y otras alimañas los devoraran.... Pero su injusta muerte trajo consigo la leyenda de su terrible venganza...
Se dice que el espeluznante espectro de Joanna deambula por los alrededores de esa comarca catalana, con la soga con la que fué ahorcada en sus crispadas manos, lista para ser usada en el cuello de caminantes de los páramos...
Vivió en la Pobleta de Bellveí, Lleida, y fue una de esas personas que, por su manera distinta de ser, fué acusada de brujería por más de 25 vecinos el 6 del mes de diciembre de 1539.
Se le acusó de envenenar el ganado, los pozos, la comida, de tener muñecos para agujas (que resultaron ser bolitas de cera para hacer candelas), y de las consabidas relaciones carnales con el Diablo, y sobre todo, se acusó a Joanna de un hecho que, fuera cual fuera su naturaleza, tenía algo de real.
El hombre rico del pueblo llevó a Joanna su hijo enfermo, ya que por lo visto Joanna tenía la capacidad de curar enfermos... Desgraciadamente, después de hacer un preparado de hierbas, Joanna procedió a curarlo, pero el chico murió al instante. El padre del muerto, por venganza, la acusó de bruja. Otras acusaciones que surgieron a partir del soborno del acusador, incluyeron el hecho de haber visto a Joanna con un sapo en las rodillas (en Catalunya los sapos están relacionados estrechamente con las brujas), así como la acusación particular de unas vecinas, que la culparon de haber vendido queso fresco envenenado.
Todas esas “pruebas”, por muy negadas que fueran por Joanna, fueron suficientes para llevar a Joanna a horribles sesiones de tortura, y finalmente, el año 1540, ataron a Joanna encima de un banco con los pies descalzos ante una hoguera, que iba quemándole los pies. Joanna confesó todo y más, y por ello fué ahorcada con su abuela, anciana de 90 años, y su gato con ellas, y luego de días, sus cadáveres furon tirados a los páramos para que los quebrantahuesos y otras alimañas los devoraran.... Pero su injusta muerte trajo consigo la leyenda de su terrible venganza...
Se dice que el espeluznante espectro de Joanna deambula por los alrededores de esa comarca catalana, con la soga con la que fué ahorcada en sus crispadas manos, lista para ser usada en el cuello de caminantes de los páramos...