En la parte alta de la localidad, a unos dos kilómetros del
pueblo en sí, y a casi doscientos metros más de altitud, hay un
hostal con su correspondiente
tienda de regalos en la que todo está escrito en francés. Un par de guiris franceses que había allí cuando visité el pueblo desconocían que habían entrado en
España, de hecho. El hostal, dada su excepcional altitud, tiene su propio microclima, y mientras en Os llueve, allí nieva con auténtica saña.