Hacia el año 806 el conde de Toulouse liberó esta región de la sumisión a los musulmanes y del yugo de un tributo que tenía que pagar. Más tarde, el
valle de
Boí fue anexionado al condado de Pallars dependiendo su
iglesia de la diócesis de Urgel. En 911 se estableció un nuevo obispado en el que estaban incluidos los condados de Ribagorza y Pallars que tuvieron serios conflictos con la Iglesia de Urgel. En 949 se separaron los dos condados y el de Ribagorza quedó como perteneciente al nuevo arzobispado ya citado mientras que el de Pallars volvió al de Urgel. Pero hubo nuevos conflictos jurídicos y nuevas uniones de los dos condados y hasta comienzos del siglo XII no llegó la estabilidad ni el progreso en el valle de Bohí. A partir de entonces fue favorecido en gran medida por Alfonso I (El Batallador).
Como consecuencia de las campañas de reconquista y la participación directa de los señores del condado de Pallars, estos enclaves se vieron mejorados y enriquecidos. El señor de Erill tuvo bajo su jurisdicción los
pueblos de
Taüll y Bohí, siendo éste el momento de apogeo y riqueza que permitió renovar las
iglesias rústicas de todo el valle, reemplazándolas por otras de construcción
románica, ricamente decoradas y con un espléndido mobiliario litúrgico. En Taüll se edificaron Sant Climent (
San Clemente) y
Santa María.