Españolito que vienes al mundo, te guarde Dios, una de las dos Españas, ha de helarte el corazón.Como veo que sacas mi barquito más que yo, te voy a aclarar los conceptos.
El hecho de tener un velero, no significa el mundo de sedas y burbujas francesas que imaginas.Vale exactamente lo mismo que un buen coche.Es más, si estás interesado, en la calle Marina esquina con Doctor Trueta, tienen información precisa y si vas de mi parte, hasta un descuento.El problema es el amarre, esto es, dónde dejarlo, que es donde te clavan el hacha.Tengo la suerte de tener amigos de tendencia musulmana, vaya por Dios, que me han cedido para los restos poder amarrar en las torres del puerto olímpico, con el ahorro que conlleva, casi doce millones de las antiguas pesetas al año.
Si salgo a navegar, el gasto es el mismo que trasladarse a Valencia por la autopista del Mediterráneo.
Mi coche es un Megane mil novecientos coupé de hace siete años.Seguro que tú, en tu infinita pobreza, gastas más carro que yo.Que sí, que mi piso tiene piscina comunitaria y que viajo y la vida no se me da mal, pues lo siento.Sigo levantándome a las seis de la mañana, tomo mi carajillo y bolllería, entre animadas discusiones y ruiditos de tragaperras cirsa.
Lo siento, universalito, y encima, aunque no lo creas, pienso en catalán.
El Tamboriler del Bruch.
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El hecho de tener un velero, no significa el mundo de sedas y burbujas francesas que imaginas.Vale exactamente lo mismo que un buen coche.Es más, si estás interesado, en la calle Marina esquina con Doctor Trueta, tienen información precisa y si vas de mi parte, hasta un descuento.El problema es el amarre, esto es, dónde dejarlo, que es donde te clavan el hacha.Tengo la suerte de tener amigos de tendencia musulmana, vaya por Dios, que me han cedido para los restos poder amarrar en las torres del puerto olímpico, con el ahorro que conlleva, casi doce millones de las antiguas pesetas al año.
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Lo siento, universalito, y encima, aunque no lo creas, pienso en catalán.
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