El origen del
pueblo es posiblemente ibérico o un castro protohistórico emplazado en la colina de la Muntera (entre el primer milenio a. C. y la conquista
romana).
Más al norte del
casco antiguo de la villa, sentada sobre una colina, el equipo que realizó la Carta Arqueológica de Catalunya descubrió un par de yacimientos en terrenos baldíos, zona de bosque sobre una cresta entre dos barrancos, cuya cronología podría datarse entre 5500 y 2200 a. C.
El estado de conservación es malo y no se observan restos de estructuras arquitectónicas, aunque en uno de ellos se encontró
cerámica superficialmente.
La explicación radica en su fácil acceso y al ser zonas muy afectadas por la guerra civil: existen numerosas trincheras, hacinamiento de
piedras,
refugios, proyectiles… También se encuentran restos de industria lítica cortada sobre sílex en alguna otra colina.